Despedida
El grupo se reunió en torno a la tumba recién excavada de Grodish. El viento susurraba entre los árboles y los restos de la batalla aún colmaban el aire con un aire de tristeza. Vondal, habló en voz baja, proponiendo una audaz idea para limpiar su nombre en Freyshield. Sin embargo, sus compañeros de aventuras no compartieron su entusiasmo. Entre ellos, existía un consenso generalizado de que la justicia en la capital de Valiria estaba podrida y corrompida, incapaz de impartir una verdadera resolución. Con esta conclusión en mente, decidieron que su siguiente paso sería buscar a Petros y contarle lo sucedido.
Desprovistos de cualquier medio de transporte, se embarcaron en un arduo viaje a pie hasta llegar a Valmont. Durante cinco días, avanzaron sin descanso, atravesando senderos tortuosos y montañas agrestes hasta que finalmente divisaron las imponentes murallas de la ciudad que se alzaban ante ellos. Agotados y hambrientos, fueron recibidos en el sagrado templo de Valmont, donde las plegarias se entrelazaban con el aroma a incienso y los cantos reverentes llenaban el aire. Después de un breve descanso y un refrigerio reconfortante, fueron escoltados hasta el despacho de Petros, un lugar lleno de antigüedades y pergaminos que atestiguaban su posición de liderazgo y conocimiento. Al entrar, el joven capitán los recibió con curiosidad y preocupación al notar la ausencia de Grodish. Vondal, con voz entrecortada, anunció la triste noticia de la muerte de su querido amigo en combate.
Reporte
A medida que la conversación se desenvolvía, Vondal y sus compañeros presentaron a Zivior. Con reverencia y cuidado, Vondal depositó en las manos de Petros el mango del hacha de Grodish, un símbolo de su legado y de la responsabilidad que ahora recaía en los hombros de los supervivientes. Todos se reunieron alrededor de Petros y comenzaron a relatarle todo lo que habían experimentado y presenciado en su épica aventura. Desde el asombroso castillo flotante hasta la inminente amenaza de los gigantes que asolaban el este y la ciudad de Nighstone, no dejaron detalle sin mencionar. También compartieron con él los desafíos que habían enfrentado en el consejo de Freyshield y cómo Renatus, el hábil diplomático de Ruihan, había intervenido temporalmente para ayudarles a salir de apuros.
Con los ojos entrecerrados en una expresión pensativa, Petros escuchó atentamente cada palabra. Conocedor de los entresijos políticos y las alianzas en el reino, sabía que el consejo de Freyshield estaba compuesto por representantes de varias facciones: el Enclave Esmeralda, la Alianza de los Lores, los Harpers, la Orden del Guante y emisarios de Valiria y Ruihan. Una ligera esperanza se dibujó en su rostro mientras conectaba los hilos de la situación. "Con la ayuda de Renatus y mis superiores en la Alianza, podríamos tener apoyo en dos frentes", murmuró Petros. Sin embargo, se mostró consciente de que convencer al resto de los representantes del consejo sobre el regreso de los dragones sería un desafío arduo y cuesta arriba. En ese momento, Gareth se adelantó y colocó la cabeza del antiguo dragón Atthick sobre el escritorio del capitán. El asombro se apoderó de Petros mientras sus ojos se abrían como platos. Reconociendo la magnitud de esa prueba irrefutable, Petros asintió lentamente.
"Esto podría ser suficiente para ganarnos su creencia y apoyo", declaró Petros con una mezcla de asombro y determinación. Con gesto resuelto, les ofreció refugio en el templo mientras él se encargaba de preparar un lugar privado para que descansaran. Además, les dio la libertad de seguir sus propios caminos mientras tanto, sabiendo que había asuntos importantes que requerían su atención y que no podían quedarse de brazos cruzados.
Malas noticias
Antes de despedirse, Gareth recordó una conversación previa con Daemon, quien le había mencionado que Petros había formado parte de un grupo en el que se encontraban Hermes y Camus Silverhand, primos de su esposa. Sin tener noticias de ellos desde que partieron hacia Chult, Gareth decidió preguntar a Petros si sabía algo sobre su paradero. Con la esperanza de obtener alguna información reconfortante, se acercó al capitán con una mirada expectante.
Petros suspiró con tristeza mientras recordaba los eventos que rodearon a los primos de Alba. "Lamento informarte que Camus Silverhand falleció en aquel peligroso viaje a Chult", expresó Petros con voz grave. Gareth sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras, pero esperó pacientemente por más detalles. El capitán continuó, revelando que Hermes, tras la trágica pérdida de su hermano, fue enviado al plano etéreo para evitar caer víctima de la petrificación infligida por artefacto maldito por un mago poderoso que residía en Omu. No obstante, descubrieron más tarde que el supuesto mago era en realidad un impostor, lo que generó incertidumbre sobre el destino de Hermes. Petros compartió con Gareth que actualmente estaban llevando a cabo una exhaustiva investigación para determinar el paradero real de Hermes y asegurarse de su bienestar.
Agradecido por la información brindada, Gareth inclinó levemente la cabeza en señal de gratitud hacia Petros. Con una promesa mutua de mantenerse informados, Gareth se despidió de Petros y abandonó el despacho con una mezcla de esperanza y determinación. Aunque las noticias no fueron del todo alentadoras, ahora tenía una pista sobre el paradero de Hermes y la certeza de que Petros y su equipo estaban dedicados a resolver ese enigma.
El Paladín Sonámbulo
Tras abandonar el despacho de Petros, Vilaris sintió la necesidad de relajarse y disfrutar de un merecido descanso en la taberna. Su curiosidad lo llevó a preguntar a uno de los iniciados si conocía algún establecimiento cercano, y amablemente este le indicó el camino. Sin embargo, Vilaris, sin motivo aparente, decidió excluir a Zivior, el anciano mago, de su invitación, lo cual provocó que el sabio conjurador se retirara ofendido a su habitación. El grupo restante, consciente de la tensión que se había creado, reprochó a Vilaris su actitud hacia Zivior, instándole a reconsiderar y ofreciéndole una oportunidad para unirse a ellos en la taberna. Sin embargo, el ladrón permaneció firme en su postura. Juntos se dirigieron hacia el lugar conocido como "El Paladín Sonámbulo", una taberna de renombre en la ciudad.
Al llegar, Vilaris tomó la iniciativa y pidió una ronda de cervezas locales para todos, excepto Gwyreth, quien prefería tomar agua. Con una sonrisa traviesa, Vilaris le indicó al tabernero que la cuenta sería cubierta por Vondal. Inicialmente, el clérigo hizo oídos sordos a la solicitud, pero finalmente, ante la insistencia del ladrón acabó cediendo. Una vez que las bebidas fueron servidas y el ambiente se tornó animado, Vilaris no pudo resistirse a molestar a Vondal por su inicial negativa a pagar la cuenta. En un acto de provocación, alzó la voz y anunció a todos los presentes que el clérigo sería el encargado de pagar la siguiente ronda. La multitud comenzó a impacientarse y a esperar con ansias que el clérigo cumpliera con la orden, pero Vondal se mostró reacio.
Sin embargo, ante la creciente presión y el espíritu festivo de los presentes, Gareth intervino y decidió asumir el costo de las veinte piezas de oro. Con una determinación enérgica, subió a una mesa y anunció con orgullo que la Legión de Paladines de Pelor de Pelor invitaba a todos a brindar por la ocasión. La multitud estalló en vítores y aplausos mientras levantaban sus copas en celebración. Mientras la euforia se apoderaba de la taberna, Vondal y Gwyreth observaron cómo Arannis sacudía a un enano por los hombros, preguntando de manera un tanto incoherente por la ubicación de Mark. Era evidente que Aranis había caído presa de los efectos del alcohol y su estado de embriaguez comenzaba a manifestarse.
Todos los caminos llevan a Barovia
La noche continuó con risas y alegría mientras la party seguía bebiendo y celebrando en "El Paladín Sonámbulo". Sin embargo, conscientes de la importancia de su misión y de la necesidad de descansar, decidieron poner fin a la fiesta y regresar al Templo de Valmont.
Mientras caminaban de vuelta, Arannis, todavía bajo los efectos del alcohol, comenzó a compartir con sus compañeros su triste historia. Les reveló que fue desterrada de su aldea por ser una semielfa, una condición que era mal vista en sociedades de elfos puros. Para sobrevivir, tuvo que recurrir a la caza y al robo. En medio de su confesión, mencionó que llegó al Templo de Pelor siguiendo las indicaciones de una vidente a la que se encontró mientras deambulaba por el norte de Eresia.
La anciana vidente le advirtió que se acercaba la era de los dragones y que debía dirigirse a Waterdeep para ayudar a detener la profecía. Ante la curiosidad del grupo, Arannis reveló que encontró a la vidente en una ciudad llamada Barovia. Conscientes de la importancia de esta información, se comprometieron a visitar a la pitonisa en algún momento, sabiendo que tarde o temprano tendrían que hacerlo. Mientras tanto, el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte mientras el grupo ingresaba nuevamente al majestuoso Templo de Valmont.