Por lo general, la sucesión imperial se heredaba directamente del padre al hijo mayor. Si un Emperador no tenía ningún hijo superviviente, una hija podía reclamar el trono como Emperatriz. Si el Emperador no tenía ningún hijo superviviente, el hermano o hermana menor del Emperador podía ser llamado a reclamar el trono. En las raras ocasiones en las que un Emperador moría sin un sucesor claro, los historiadores del Imperio buscaban en las historias de los Otomo y encontraban a la persona viva con el vínculo sanguíneo más estrecho con la línea gobernante anterior.
Nombre
Al ascender al trono, el emperador dejaba de lado su nombre anterior y sólo se referían a él por su dinastía. Esta tradición se inició con el emperador Hantei X en 487. Tradicionalmente, el Emperador también adoptaba un título único, como Emperador Toturi III, el Emperador Justo, Toturi II, el Emperador Glorioso, o Toturi I, el Emperador Espléndido.
Hermanos abdicantes
Históricamente, los hijos del Emperador que no ascendían al trono abdicaban ritualmente de sus pretensiones al trono tras la coronación de su hermano mayor. Abandonaban el nombre dinástico y se unían a las Familias Imperiales Seppun u Otomo. Los únicos que podían llevar el nombre dinástico del Emperador eran éste, su esposa y sus hijos. En las ocasiones en que los hermanos del Emperador eran necesarios para reclamar el trono tras su muerte sin heredero, se les permitía renunciar a su abdicación. Un cónyuge imperial cuyo hijo ascendiera al Trono también adoptaría el apellido Otomo para eliminar cualquier confusión.