De todas las especies que pueblan los laberinticos corredores de Vajra, los minotauros son unos de los más adaptados para este entorno por su fuerza desmedida, su capacidad de ver en la más completa oscuridad y el don innato para orientarse por los enmarañados túneles del mundo subterráneo. Por estos motivos, los elfos los mantienen esclavizados y son utilizados hasta que desfallecen de las duras condiciones en las que se les fuerza a vivir.
Druklor fue capturado en una incursión élfica en los canales bajo Zaselsan hace ya más de una década. Durante años, él y sus compañeros minotauros fueron obligados a buscar nuevas rutas y capturar esclavos para sus amos élficos. Druklor cumplió con obediencia todas las órdenes, siempre leal y dispuesto, llegando a desarrollar algo parecido a amistad con su dueño, Adandu Filoponzoña. Era tal la fidelidad del minotauro que Adandu optó en una ocasión por recompensar la buena labor de su bestia con una complaciente palmada en el lomo. Druklor aprovechó la falta de prudencia del elfo y no dejó de golpear su frágil cabeza contra la borda del navío hasta que hueso y madera quedaron hechos añicos.
A partir de ese día, Druklor y el resto de su banda ha recorrido los canales de Vajra asaltando otras embarcaciones y tomando riquezas y esclavos por igual, llevados por la furia que durante años contuvo.