El palacio de Ekshuvannarox es una de las muchas posesiones de la casa Olasha de Zaselsan. Se trata de una pequeña mansión fortificada a pocas millas del linde noroeste de las selvas de Zefiria, algo alejada del principal territorio de los Bastarre (alrededores de Oculta y Kymelin), y que se alza sobre una colina de la cordillera montañosa que separa el Mar de Oculta y Zefiria, además de ser el origen del río Xomindar.
Se trata de un antiguo puesto avanzado para la vigilancia de la región que ha sido abandonado y reconstruido en varias ocasiones a lo largo de su historia. Visto desde fuera, el palacio parece ser un sencillo caserón de piedra y madera de un único piso de altura, con un precioso jardín exterior y buenas vistas al paisaje montañoso. Sin embargo, posee bajo tierra dos niveles más donde los Bastarre hacen vida y guardan sus secretos, apartados de todo el mundo. De hecho, el segundo sótano alberga una bóveda construida con acero de gran calidad donde sus habitantes guardan sus tesoros más importantes o delicados para su estudio o uso en el futuro.
Hace apenas cincuenta años este palacio fue regalado a Neraclee Olasha por el señor de la casa para que tuviese un lugar donde llevar a cabo sus experimentos mágicos y obtuviese experiencia en dirigir a un pequeño número de tropas y esclavos. Desde entonces, Neraclee se ha dedicado a estudiar viejos tomos Peregrinos, robados de la biblioteca familiar, en su afán por localizar objetos mágicos perdidos y enviar a sus tropas a recuperarlos. Fue en su lectura del tomo Los secretos profanos del archibrujo Szecxia donde descubrió la historia del orbe, aunque debió esperar aún unos años a que la guerra entre el Imperio Mida y el Reino de Vadania le brindase la oportunidad de hacerse con él sin demasiadas repercusiones políticas. Neraclee también ha comenzado a tejer alianzas con otros miembros de su casa, algunos de los cuales se encuentran invitados en el palacio durante los sucesos de la aventura, como es el caso de Udünaar Olasha.