En Mirianis un funeral es un asunto privado que solo atañe a la familia y los compañeros de armas del finado. Después de lavar el cuerpo y velarlo durante un día entero, una comitiva encapuchada lo transporta a la cripta familiar para reunirlo con el resto de miembros del linaje. La costumbre miriense dicta que cada familia debe tener su cripta, que suele estar a las afueras de las ciudades. Luego se inician cinco días de ayuno y meditación. Un caso aparte son los entierros infantiles, oficiados generalmente por un sacerdote de Elethae quien crema el cuerpo y ora para que el alma vuelva pronto a encontrarse con sus padres. Durante los siguientes dos años las familias dejan una luz encendida fuera de la casa para que el espíritu encuentre el camino.