El instinto de caza de los arainas es intenso y, si se niega, puede resultar enloquecedor. Por ello se organizan semanalmente distintas actividades cinegéticas para ayudar a satisfacer esa necesidad, las cuales tienden a estar subvencionadas por ricos comerciantes o Legados con interés en la promoción social. Generalmente se desarrollan en entornos salvajes y las presas suelen ser monstruos capturados en regiones remotas del Bosque de Ámbar o manadas de herbívoros. Aunque son peligrosas, las muertes son escasas, ya que los arainas son cazadoras consumadas que ejecutan sus batidas de forma impecable y los organizadores se aseguran de contar con sanadores entre los asistentes por si ocurre una desgracia. De todas las cacerías que se celebran, la más importante es la organizada durante el cuarto día del Anxarius del primer mes del año en Telaraña: la Gran Cacería. Sufragada por la monarquía araina, atrae a cazadores de todo el territorio que cazan por toda la ciudad a los peligrosos monstruos que los Legados han transportado allí. Aunque generan bastantes pérdidas en concepto de vidas, se considera una celebración que hermana a todos los arainas en un único pueblo y refuerza sus lazos de lealtad.