Asentamientos
relevantes: Telaraña
(capital), Picadura (ciudad grande), Nueva Vorelgin (ciudad), Atalaya
(Fortaleza)
Personalidades
relevantes: La
reina regente Sallanon de Arania
Razas:
89
% arainas, 5 % humanos, 4 % semielfos, 1 % mida, 1 % otros
Religiones
mayoritarias: Agnosticismo,
Cultos de La Guardiana y Adoradores de Arastu
En
las regiones más al este del Bosque de Ámbar, donde la vegetación
crece con fuerza y árboles de cientos de pies de altura hunden sus
profundas raíces en la tierra, existe un reino que se ha mantenido
durante más de mil años: Arania.
Esta
región es próspera en comparación con las otras regiones del
lugar, pues su clima es más templado y las precipitaciones son
abundantes. Un tupido bosque de grandes coníferas cubre el terreno
liso y firme, resguardando entre sus ramas toda clase de aves e
insectos. El suelo se encuentra poblado de arbustos que en primavera
se llenan de bayas y pequeños y grandes mamíferos habitan entre los
gruesos troncos de los árboles.
El
río Albo, que baja desde el norte con las aguas del deshielo, es un
río tranquilo y ancho que los mercaderes navegan con facilidad. En
ambas orillas se pueden encontrar amplias llanuras de hierba baja y
son muchos los pueblos arainas que tienen granjas y zonas de pasto
junto a dicho río.
En
el lejano norte, el río Blanco se convierte en el río Albo, pero no
es el único que nace de su cauce. Esta es una tierra de ríos de
cauce tranquilo y navegable y es mucha la vida que se nutre de sus
aguas. Este hecho, considerado por muchos una bendición, tiene una
parte negativa y es que no son pocas las inundaciones que han tenido
lugar, acabando con cultivos y arrasando poblaciones.
Al
sur de Arania, el bosque termina de golpe, cortado por el cañón del
Xerecron como si de un profundo corte de espada se tratase. Por el
este, más allá del Río Albo, el bosque se abre dando lugar a
grandes llanuras por donde transcurre la ruta de Azur.
Historia
de la región
Los
densos bosques de esta región contaban con pobladores mucho antes de
la llegada de los Peregrinos. Los dragones dominaban esta región con
brutalidad, acabando con los escasos intentos de otras especies de
crear sociedades desarrolladas. El punto álgido de los dragones aquí
asentados fue el descubrimiento de la magia, dominada por sabias
sierpes en su refugio de la Cordillera Verdemar hasta el punto de
remediar la propia muerte. Todo lo conseguido por aquellos
magos-dragón desencadenó una sangrienta guerra en la que
perdieron la vida muchas sierpes, convirtiendo la cordillera en un
lugar desolado por el fuego y el ácido.
La
llegada de los Peregrinos trajo paz al Bosque de Ámbar, así como la
desaparición de los dragones. Sathnamil se hizo cargo de todo el
bosque y es en esta región donde emplazó la Cámara de la
Preservación, una instalación subterránea en la que guardaba con
celo toda clase de experimentos y muestras de sujetos de
investigación. A no mucha distancia, ordenó edificar un enorme
palacio subterráneo, uniendo la superficie con Vajra.
El
cambio más relevante llevado a cabo por el genio peregrino tiene
lugar cuando el Bosque de Ámbar comienza a ser el objetivo de los
esclavos fugados de todo el continente. Empleando todo su
conocimiento y experiencia creando criaturas da forma a los arainas,
diseñados para cazar esclavos fugados en el bosque.
Tras
miles de años de cazar esclavos y hombres libres por todo el Bosque
de Ámbar en nombre de su amo, los arainas son abandonados junto al
resto de razas cuando los Peregrinos abandonan el Plano Material.
Mientras millones de esclavos disfrutan de su recién conseguida
libertad y marchan por la superficie de Voldor en busca de su
destino, el pueblo araina sufrió una profunda crisis de identidad. A
diferencia del resto de razas esclavas, que habían sufrido bajo el
yugo de los Peregrinos, los arainas gozaron de libertad y vidas
cómodas mientras entregasen suficientes esclavos fugados a Sathnamil
para sus grotescos experimentos.
Preocupados
por las posibles venganzas de otras razas, el primer rey de Arania
decide mantener sus fronteras vigiladas y los cazadores acaban sin
piedad con cualquier grupo de colonos que trate de asentarse dentro
de su territorio. A este periodo se lo conoce como las Cacerías del
Rey Araña y son la causa de la siniestra reputación del pueblo
araina. Grupos de colonos enanos que descendían de las Gunambal e
incursores humanos que cruzan el Xerecron son las principales
víctimas del conflicto, cuyos cráneos pasan a decorar los árboles
del linde.
No
es hasta siglos más tarde que el reino de Arania comienza un proceso
aperturista y poco a poco se expande al este del río Albo, fundando
pueblos y ciudades que crecen por la cercanía de la ruta de Azur y
gente de toda raza y cultura se asienta en estas poblaciones. Sin
embargo, el territorio al oeste del río permanece vedado a
extranjeros.
El
conservadurismo propio del gobierno de Arania propicia que el
territorio no se altere apenas con el paso del tiempo, manteniéndose
durante siglos ajeno a los grandes cambios políticos y sociales del
continente. Esto perduró hasta hace una década, con la llegada de
los grandes trasgos de Sagar, que se adentraron sin miedo en el
territorio de la Telaraña de Cristal. Estas incursiones han sido
rechazadas por los arainas, pero los aberrantes moradores de Sagar no
se han rendido en su intención de alcanzar Telaraña.
En
los últimos años, el reino de Arania se encuentra aún de luto por
la muerte de la reina Saenna, quien perdió la vida junto a su
compañero, el comandante Mael. La corona y el gobierno de la nación
ha recaído en la joven compañera sentimental de ambos, Sallanon. La
joven ha asumido la regencia del reino hasta que el heredero, el
príncipe Maleen, tenga edad suficiente para ser nombrado rey.
La
reina regente es una mujer de ideas claras que ha aceptado con
valentía su nuevo estatus, tomando decisiones para guiar al reino en
un periodo tan complejo. En sus pocos años de reinado ha reforzado
las relaciones con Mirianis, afianzando la relación entre ambos
países, y ha enviado emisarios a Azur y Nakuro en busca de aliados
contra la amenaza proveniente de Sagar. Ha sido ella quien ha
permitido una delegación permanente de emisarios
mirienses en Telaraña, algo que habían negado todos sus
antecesores, y se dice que mantiene una relación de cordialidad y
simpatía desde hace años con Ivor Nictroi, gran comandante y líder
de Mirianis.
Aunque
se han dedicado amplios recursos a investigar la muerte de la reina y
su cónyuge, no se ha logrado dar con los culpables aún. Ambos
perdieron la vida durante el viaje a Detrimento para presentar sus
respetos al monumento de las víctimas de las Cacerías del Rey
Araña. La comitiva real fue asaltada por un enemigo desconocido que
acabó en segundos con sus vidas empleando letales rifles de xion
tras materializarse en mitad del camino.
Masstalen,
líder de la guardia y principal investigador del reino, ha decretado
que se trata de un atentado llevado a cabo por elfos Bastarre. Esta
noticia ha asustado sobremanera a los legados, que sienten que el
Palacio de Sathnamil puede haber sido descubierto por alguna familia
élfica del Mar de Oculta, o por el propio rey de Kimelin. Aunque no
hay ninguna prueba al respecto, en algunos recovecos de la corte se
apunta a la actuación de espías mirienses en el regicidio, pues la
relación entre ambas naciones se ha fortalecido desde el ascenso al
trono de la reina regente.
El
reino más antiguo de Voldor
Arania
es, salvo quizás por las dinastías élficas, la estructura social
que más tiempo lleva asentada en el continente. Tras la marcha de
los Peregrinos no hubo una sangrienta revolución ni el nacimiento de
una cultura, todo siguió como había sido durante más de mil años.
El hueco dejado por Sathnamil fue ocupado por Sonlale, el primero de
los reyes arainas.
Tanto
la corona de Arania como los legados se reparten el poder político y
social del reino, ocupando los puestos de gran responsabilidad y
poder. El secreto que mantienen fuerza a llevar políticas
proteccionistas y son muchos los jóvenes arainas con grandes ideas
aperturistas que, cuando ascienden a legados y descubren la realidad,
cambian sus planteamientos radicalmente.
La
vida en el reino es cómoda y sencilla para la gran mayoría de sus
habitantes. La caza y la agricultura son la principal labor de los
arainas, cuyo talento natural para depredar en el bosque les facilita
enormemente la tarea de conseguir alimento. Siendo su dieta
mayormente carnívora, cuentan con enormes plantaciones de insectos y
larvas que completan una dieta de pequeños mamíferos y aves. Aunque
pueden alimentarse con verduras y cereales, estos alimentos
desempeñan un papel secundario, sirviendo más como complemento
alimenticio.
La
estructura familiar de los arainas suele llamar la atención de otras
especies, pues la mayoría no son monógamos y la reproducción tiene
poca o ninguna importancia en los sentimientos de unión. Durante la
ceremonia de la unión, similar al matrimonio, dos o más individuos
eligen comenzar una vida en común y compartirlo todo, adornando sus
muñecas con tiras de seda de mismo color que portan durante el resto
de sus vidas.
Se
trata de una unión de gran valor sentimental y emocional que no se
ve afectada por asuntos mundanos como el género o la edad. Aunque no
es muy común, en las zonas más fronterizas se han realizados
uniones de arainas con miembros de otras razas, como humanos o midas
llegados por la ruta de Azur. Cuando una familia no cuenta con la
capacidad de engendrar descendencia, es muy común que adopten a
aquellos infantes que han perdido a sus progenitores en alguna
catástrofe.
Más
allá de Telaraña, la ciudad más grande de Arania, existen pocas
ciudades y la mayoría de sus poblaciones son
pequeños pueblos autosuficientes. Cada una de estas comunidades
cuenta con su propio líder, un cargo hereditario en la gran
mayoría de casos.
El
pueblo araina ha aprendido a aprovechar el entorno en la guerra y
vivir en una zona tan frondosa ha marcado notablemente el desarrollo
de su ejército. Aquellos que deciden ganarse la vida en el ejército
pasan a servir de manera directa al consejo de legados y a la propia
corona, a cambio de un pago semanal, equipamiento y alojamiento en
Telaraña o en los pueblos fronterizos.
No
cuentan con grandes unidades de infantería, sino que el ejército
está formado casi exclusivamente por grupos pequeños, de entre diez
y veinte soldados, que hostigan a los enemigos con sus arcos desde
las alturas y los rematan con una lluvia de filos cuando los han
debilitado lo suficiente. La gran excepción es la guardia de
Telaraña, tres centenares de soldados que protegen la capital día y
noche, guerreros veteranos que combaten con pesadas alabardas y
portan robustas corazas.
Una
tierra partida en dos
El
río Albo es más que una división geográfica en el caso de Arania,
también es la división entre dos formas de vida, tanto que muchos
consideran que hay dos reinos diferentes a ambos lados del río.
Incapaces de contener las ansias de relacionarse con el exterior de
los jóvenes y la necesidad de crear relaciones comerciales, la reina
proclamó un edicto en el año 4402 que permitía la creación de
nuevas ciudades siempre y cuando fueran más allá del río Albo.
Muchos
jóvenes arainas decidieron tomar esta opción y pronto brotaron
pequeños pueblos en dicho lado del río. Con el paso de los años,
la zona creció y se volvió rica gracias a los comerciantes de la
ruta de Azur que continuaban hacia el norte para comprar y vender
productos con los arainas. Esto reforzo el comercio en la región,
permitiendo al gobierno prohibir el acceso a la mayoría de los
extranjeros a la zona occidental de Arania y convirtiendo la zona
oriental en un entorno abierto y multicultural.
La
parte occidental del reino se encuentra restringida y aquellos
emisarios diplomáticos e importantes mercaderes que quieren acceder
deben conseguir un permiso firmado por el gobierno de Arania.
Aquellos afortunados que se les permite el paso son escoltados en
todo momento en Telaraña, para asegurarse de que no se metan en
asuntos que no les competen.
Obviamente
existen casos tanto de contrabandistas y delincuentes que introducen
a gente dentro del territorio sin permiso real como estafadores que
venden falsos permisos a cambio de grandes sumas de dinero. Sea el
caso que sea, acceder sin permiso conlleva desde la expulsión
inmediata hasta la pena de muerte, en función de las actividades que
estuviesen realizando al ser descubiertos.
En
esta región, las ciudades arainas están construidas siguiendo la
moda de la época de los Peregrinos, con edificios de piedra muy
recargados y decoraciones exageradas. Los edificios se encuentran a
más una decena de pies del suelo, construidos alrededor de los
troncos de los árboles y unidos unos a otros por robustos puentes de
piedra que no se apoyan en el suelo.
Las
paredes de los edificios cuentan con hendiduras en la piedra que los
arainas emplean para trepar directamente a los pisos superiores, pues
no usan escaleras, y sus ventanas son siempre amplias para permitir
el acceso. Los afortunados que han visitado Telaraña aseguran que
luce similar a las grandes ciudades élficas del Mar de Oculta, pero
sobre el suelo en vez de bajo él.
Por
el contrario, los pueblos de la parte oriental son sencillos y
recuerdan a los de otras razas. Las casas se encuentran en su mayoría
en el suelo, pues aquí el bosque es menos denso, sus árboles más
débiles y el material más común es la madera. Por sus
calles se ven paseando entre puestos de mercado a arainas, pero
también zabarios, hipótidos, midas… Al ser una zona de bosque
menos cerrado hay grandes extensiones para zonas de cultivo y son
muchos los mercaderes de la ruta de Azur que han optado por comprar
tierras y asentarse en vez de emprender un largo viaje de vuelta a
sus tierras.
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