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Construida en el bosque de Kymelin y alzándose sobre el mar interior de Oculta, allí donde el gigantesco cañón de Xerecron desagua a las profundidades, se encuentra la antigua capital de los Peregrinos: la fabulosa ciudad de Zaselsan. De entre todas sus construcciones destaca el gigantesco Palacio de Cristal, encaramado al reborde superior de la sima sobre el mar, coronado de domos áureos y hundiendo sus cimientos en la ciudad  subterránea. Allí han establecido la corte real el rey Falesin, su esposa (la bruja blanca Driza dur’Favuz) y las otras familias de la nobleza Bastarre. El resto de la aristocracia habita en las villas y haciendas que rodean la magnífica construcción, mientras que los de más bajo linaje y los esclavos se ven obligados a residir en la ciudad inferior, entre las ruinas.

A los pies de Oculta, el ejército Bastarre protege el Templo de Cristal, donde se guardan las últimas reliquias dejadas allí por los Peregrinos, así como las obtenidas por los elfos en los últimos siglos. A poca distancia puede encontrarse también una compleja estructura portuaria que utilizan las expediciones que patrullan el mundo de Vajra, haciendo uso de los canales navegables que se adentran en la oscuridad. Desde allí parten los contingentes élficos hasta las numerosas ciudades subterráneas que aún controlan en Vajra, como Nerizan, Xosvizta y la gran Keizharanes. Sin embargo, este territorio lleva menguando desde la partida de los Peregrinos ante el empuje de otras razas como los morlocks o los duergar. 

Aunque la guerra entre Zaselsan y Vindusan hace mucho que concluyó, ni el rey Falesin ni los nobles de su corte olvidan la traición de los elfos Banjora, y siguen siendo uno de los mayores enemigos de Vindusan. De manera más sutil y subrepticia, los señores de Zaselsan traman y llevan a cabo conspiraciones para derrocar a sus hermanos renegados y, si es posible, hacerse con el control de su ciudad y de su preciada sal.