A sus cincuenta años es una respetada militar, famosa por su adhesión a la Hegemonía de Hierro. Desde que empezase a gobernar hace una década, recibe poderosas visiones divinas de Arather. En ellas, el dios le exige hacer lo que no pudo terminar Ulroënce: conquistar Azur. Su gobierno parece seguir ese dictado divino, pues ha sido la más beligerante y estricta señora de la marca que la ciudad ha conocido desde los tiempos de la profetisa.