Una enorme ciudadela de piedra roja, de muros gruesos y cinco altas torres acabadas en bulbos multicolores. Su estancia más importante es la capilla de la fundadora, donde aún arde el cuerpo de Ulroënce. Los funcionarios y mensajeros salen constantemente del Santuario de las Llamas con rumbo a las poblaciones aledañas con las órdenes, leyes y avisos del gobierno de Uskanast.
Datos generales
Ciudad grande: 17 000 habitantes (70 % humanos, 19 % enanos, 2 % mida, 2 % gnomos, 2 % medianos, 2 % felínidos, 1 % arainas, 2 % otros).
Límite de dinero: 25 000 po.
Guardias: 500 guardias profesionales a tiempo completo. En caso de ataque, todos aquellos leales a la Hegemonía del Hierro son llamados a servir.
Autoridad: Señora de la marca Akasturm.
Religiones mayoritarias: Hegemonía de Hierro.
Producción principal: Pescado (arenques), lana, pieles, brea, aceite de ballena y cerveza.
Marca de Uskanast
La provincia más meridional del país de La Garra guarda frontera con el ducado de Azur, a quien la une una historia de sangre, odio y rencor. Es un lugar altamente militarizado, cubierto de fortalezas, torres de vigilancia y puestos avanzados con muchas unidades militares acuarteladas. La orden religiosa conocida como la Hegemonía de Hierro gobierna desde la ciudad de Uskanast, la única de toda la provincia, a cuyos santuarios sagrados acuden numerosos fieles en busca de iluminación.
Historia
La ciudad sagrada de Uskanast se encuentra entre el Macizo Férreo y la costa norte de El Espolón, dominando la región a la que da nombre: la marca de Uskanast. Levantada a orillas del río Egresk, sirve como polo industrial de la zona y punta de lanza de las incursiones de La Garra, como un recordatorio constante de que siglos atrás El Espolón perteneció al pueblo del río y que este pretende recuperar su antigua posesión. Las ricas minas del Macizo Férreo y el caudaloso río le han permitido desarrollar una poderosa industria siderometalúrgica y armera que puede respaldar esa pretensión.
Asimismo, cumple un papel destacado en la religiosidad de La Garra, pues en el Santuario de la Llama de Uskanast arde desde hace siglos Ulroënce, la fundadora de la Hegemonía de Hierro, cuyo cuerpo en combustión atrae a legiones de viajeros todos los años. Vivir en este remanso espiritual alivia la difícil vida de quienes residen en Uskanast y en las aldeas fortificadas que jalonan el territorio.
Uskanast fue levantada en el año 4383 por la mismísima fundadora de la Hegemonía de Hierro, la profetisa Ulroënce, tras una rápida incursión que expulsó a los zabarios de la región norte de El Espolón y que trajo esperanzas a los nativos oriundos de La Garra de volver a ver Azur en sus manos.
Para Ulroënce, Uskanast era solo el primer paso hacia la conquista de la región, por lo que se aseguró de que los súbditos de Arather hiciesen de ella una fortaleza inexpugnable. Y da buena fe de la habilidad de los constructores de La Garra que, pese a sufrir medio centenar de asedios durante los últimos tres siglos, las anchas murallas de la ciudad jamás hayan sido traspasadas.
No obstante, las huestes de la Hegemonía de Hierro no han podido terminar de expulsar a los zabarios de El Espolón. Pese a que no ha abandonado su carácter beligerante y fronterizo, actualmente la industria y la minería de Uskanast atraen a comerciantes de todo el continente. Los extranjeros, incluso los zabarios, son bienvenidos, aunque están advertidos de que deben respetar las estrictas leyes del país. El gobierno de la marca de Uskanast ha instalado a los extranjeros en el llamado barrio de los Bárbaros, cuyas puertas se cierran cada noche para evitar desmanes. Un trato muy distinto reciben los peregrinos que buscan rendir honores a la profetisa Ulroënce, que todos los años llegan por cientos a la urbe, ya sea para sentir su santidad o servir en la guerra para librar El Espolón de Zabáriax.
Gracias a la sabiduría de Arather y las investigaciones de los sabios de la Hegemonía de Hierro, el pueblo del río cuenta con numerosos avances, como grandes galeones de madera y acero, molinos de fuego, primitivas imprentas de tipo móvil y nuevos portentos alquímicos diseñados para la guerra. Además, algunos de sus clérigos son expertos en mecanismos y artilugios, creando algunos de los ingenios más avanzados de Voldor mediante una combinación de tecnología y magia. Esos avances se han reflejado en la ciudad de Uskanast, que, aun siendo pequeña y abigarrada, sus murallas reflejan el poderío de La Garra. Las altas torres protegen el perímetro y su puerto fluvial de cualquier atacante gracias a sus fundíbulos mecánicos. Sus calles, retorcidas, son fáciles de defender y sus numerosas plazas acogen las ejecuciones mensuales en las que la ley de Arather se hace cumplir con fría eficacia gracias a las guillotinas instaladas ante los templos.
Para quienes son leales al país las calles son seguras: la criminalidad es baja comparada con otras ciudades de El Espolón y el gran mercado de Uskanast está libre de rufianes gracias a los guardias. La zona del puerto dedicada a los extranjeros, el barrio de los Bárbaros, es celosamente vigilada por una dotación de treinta guardias encargados de mantener el orden y evitar las acciones de espías, saboteadores y herejes. La guardia también limpia las calles de mendigos, borrachos y pillos callejeros. Estos suelen esperar en las celdas del Santuario de las Llamas hasta que son auditados. Los jóvenes o inteligentes son enviados a distintos templos para ser formados como sujetos productivos para Arather, mientras que los sanos más cortos de entendederas son enviados a trabajar a los Altos Hornos. Finalmente, los borrachos, locos y reincidentes son marcados antes de acabar en las minas. Entre el pueblo del río las mujeres y los hombres son iguales y todos tienen la oportunidad de servir en las fuerzas armadas. La guardia de Uskanast está conformada por quinientos guerreros perfectamente equipados, que dividen su tiempo de servicio entre la vigilancia de las murallas y las patrullas. Además, en caso de guerra, todos aquellos que han jurado lealtad a la Hegemonía de Hierro (sin distinción) son reclamados para servir a Arather en la defensa de la civilización. Lejos de ser una leva ineficaz, gracias a la férrea disciplina impuesta por la institución, el fanatismo religioso y la instrucción que los fieles reciben para servir en el ejército, resulta una fuerza temible.
El gobierno de Uskanast se encuentra en el Santuario de las Llamas. Ahí reside la señora de la marca Akasturm junto a docenas de miembros de la Hegemonía de Hierro que dirigen el destino de la marca, así como la vida religiosa local. Aunque oficialmente Akasturm gobierna en nombre de La Garra, todo el mundo sabe que ella es leal en primer lugar a la Hegemonía de Hierro.