Ciudad pequeña: 1957 habitantes (70 % centauros, 12 % medianos, 8 % fórmigos, 3 % elfos Banjora, 3 % luanos, 1 % alunos, 3 % otros). Durante los solsticios, la población aumenta aproximadamente en 6000 centauros y cientos de viajeros.
Límite de dinero: 5000 po (10 000 po durante los solsticios).
Guardias: 87 guardias.
Autoridad: Cónclave de los centauros, Adara (líder de los Juramentados de la Roca).
Religiones mayoritarias: Iglesia de Eneprana, la Madre Abundante.

Geografía, cultura e historia

Conocido como Altahierba en el dialecto quirón, Oredanes es el asentamiento principal de los centauros de la región de Sananda. Se encuentra en la mitad oriental de la Fronda de Centauria, al oeste de la Llanura Interminable. Aunque en su mayoría los clanes de centauros son nómadas, aquí se encuentra el lugar de asamblea principal, compuesto por distintas tiendas más o menos estables alrededor de una colosal piedra plana. Cada seis meses, durante el solsticio de verano y el de invierno, se reúnen para parlamentar y tomar decisiones que atañen al conjunto de los centauros. Clavan largos postes cerca de la piedra, cada uno de los cuales representa una de las opciones ofrecidas, y los clanes anudan sus cintas a cada uno según su voto. Existe un cónclave de centauros que permanece en Altahierba cuando su clan se aleja demasiado, y son los encargados de conservar las cintas de su clan para poder participar en las votaciones. Además, en Oredanes viven aquellos miembros de los distintos clanes que por diversas razones ya no pueden acompañarlos, como lisiados o centauros sin clan.

Oredanes es una ciudad abierta, sin empalizada ni barreras de ningún tipo, compuesta por diferentes carpas y tiendas de campaña fijadas a pesados postes con cintas de colores que se mecen al viento. Cualquiera podría pensar que se encuentra desprotegida, pero aquellos ilusos que han intentado atacarla se han encontrado con que los centauros la defienden con una determinación que raya en el fanatismo, llegando incluso a perecer por su ciudad. Esto se debe a que los centauros creen que en la ciudad y, en concreto, en la Roca del Cónclave, reside la soberanía de su raza. Los guardias o protectores de Oredanes son elegidos de entre los mejores guerreros de cada clan, y juran sobre la roca que nunca antepondrán las necesidades de su antiguo clan a las de la ciudad. Así, los Juramentados de la Roca solo creen en el bien mayor para toda la comunidad, eligiendo no llevar cinta alguna o mostrando la cinta multicolor que simboliza al conjunto de clanes. Todos los juramentados son centauros jóvenes, de fuertes convicciones morales y amantes de la tradición. Más de la mitad son centáurides, ya que son ellas las que suelen superar las duras pruebas de ingreso realizadas durante los concilios. La líder de los Juramentados es una poderosa centáuride llamada Adara, entrada en años aunque aún muy capaz y de talante profundamente conservador.

Las distintas carpas y tiendas de campaña se disponen de manera radial desde el claro de la piedra, quedando cerca los clanes más importantes y más alejados aquellos con menor número de integrantes. En uno de los extremos de Oredanes se levanta una enorme carpa de más de 270 pies de diámetro con numerosas tiendas aledañas ocupadas por miembros de otras razas, puesto que las de los clanes no admiten extranjeros. Aquí pueden encontrarse todo tipo de gentes (la mayoría, viajeros que visitan la única «posada» de la ciudad), así como los distintos establecimientos de compra, venta y trueque. La ciudad se encuentra abierta a los visitantes. Al menos en teoría, porque cuando alguien que no es centauro decide deambular por Oredanes siempre lo seguirá un juramentado de cerca y, aunque los habitantes lo traten con cortesía, no será sin recelo. Solo en la carpa de los extranjeros (los espiques) puede moverse uno con libertad sin la sensación de ser vigilado constantemente.

Las tradiciones de los centauros son inflexibles e inquebrantables, tanto que en Oredanes han acabado por convertirse en leyes: cualquier aspecto, desde el comercio a las uniones de pareja, pasando por las simples presentaciones, debe seguir cuidadosamente su propio código. Por ello es corriente que algunas personas conocedoras de estas costumbres ofrezcan sus servicios a comerciantes y extranjeros. Esto se debe a la naturaleza nómada de los centauros, que, al separarse en clanes por las llanuras y reunirse solo dos veces al año, han conseguido mantener una única identidad mediante el inmovilismo en su cultura. La única excepción son los eskeftes, que han renegado de sus tradiciones en pos del progreso.

La ciudad se nutre de la caza y la recolección como principal fuente de sustento, que se completa con los alimentos traídos desde Mediopaso y Puerto Estrella. Allí, los comerciantes intercambian encantados sus alimentos por las exquisitas tallas de madera de los centauros, quienes, al no tener una concepción convencional del dinero, las venden muy baratas según los estándares medianos y zabarios. También hay un alto comercio de metales, ya que, como los centauros no suelen trabajarlo, codician las armas de acero por su escasez entre su pueblo. Otra de las fuentes de ingresos más importantes es la de la madera, pues solo a ellos les permiten las fatas utilizar los árboles del bosque, siendo una materia prima muy demandada para los habitantes de Sananda. No existe ningún tipo de restricción comercial en la ciudad: si alguien quiere comprar o vender algo, puede hacerlo siempre que siga las costumbres de los centauros, excluyendo únicamente el comercio de personas.

Las ceremonias de voto se realizan cada solsticio, y a la ciudad acude tal cantidad de centauros que apenas queda espacio para caminar. Estas ceremonias son privadas y de carácter casi ritual, por lo que únicamente pueden ser presenciadas por los miembros de esta raza. Solo en contadas ocasiones se acepta a un no centauro, a quien se le conoce como soo’quie («amigo de los centauros» en dialecto quirón). A estos individuos se les trata como si pertenecieran a un clan y gozan de voz y voto. Solo ha habido media docena de ellos a lo largo de la historia, porque el rango solo se concede bajo voto unánime del Cónclave. La dragona Cytrawsealanthar, por ejemplo, ha sido soo’quie en un par de sus identidades.