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La religión de los centauros gira en torno a la adoración de la Madre Abundante y Eneprana, como conocen a Eurana, como garantes de su prosperidad, libertad y sus costumbres. La religiosidad es parte intrínseca de su cultura, siendo prácticamente todas las actividades cotidianas una forma minimalista de ritual o expresión religiosa. Se puede decir que para los centauros hacer cualquier cosa inadecuada a lo que se espera de ellos es una forma de herejía o blasfemia.

Los fenómenos atmosféricos son considerados manifestaciones de la Madre Abundante, por lo que sirven de guía para elegir la dirección que tomará el clan en su viaje por las llanuras. En ocasiones, los centauros entienden el mal tiempo como augurios favorables, pues creen que la Madre Abundante gusta de poner a prueba a sus hijos para se fortalezcan al cruzar la adversidad en su búsqueda de la felicidad. A los niños nacidos durante tormentas y heladas se les considera destinados a hacer grandes cosas, puesto que sus almas fueron alumbradas al mundo solo tras cruzar el cielo tempestuoso. Aquellos que nacen durante periodos de calma y con buen tiempo, por otro lado, son vistos como inteligentes y pacientes, puesto que supieron esperar el momento perfecto para tener un viaje al mundo mortal.

Las actividades cotidianas de los centauros se rigen por la mesura. La caza y la recolección, así como la tala de árboles, se debe de realizar de forma que el impacto sobre el ecosistema sea mínimo. Tomar más de lo necesario y desperdiciar, intencionalmente o por accidente, es visto como sacrilegio y se exige que los responsables hagan lo necesario para reparar el daño causado y a veces incluso compensarlo. Cada pieza obtenida, ya sea un conejo o un árbol echado abajo, es recibida como un regalo de la Madre Abundante y se les da las gracias a ambas por ello.

El despiece de la carne y el curtido de las pieles se deben realizar de día en la periferia del grupo para que el alma del animal pueda abandonar sin impedimentos el mundo físico y trascender al mundo espiritual. La carpintería también está cargada de gran peso  religioso. Las creencias de los centauros afirman que cada pieza de madera tiene una forma y función determinadas y que la obligación del carpintero es encontrarlas. Por tanto, un objeto, como una lanza o un cuenco de madera, debidamente elaborado es una manifestación de la voluntad divina de la Madre Abundante. Los centauros saben reconocer las piezas de madera correctas para cada objeto que deseen fabricar. La madera sobrante es triturada y empleada en la elaboración de pigmentos funerarios que se emplean en los funerales para ayudar al cuerpo en su búsqueda en su nueva forma más allá de la vida. Muchas veces ocurre que el carpintero siente que la madera se resiste a tomar la forma que el artesano quiere e interpreta que la Madre Abundante le está avisando de que se ha equivocado y que debe corregir lo que está haciendo. Se considera una maldición terrible entregar un objeto fabricado desoyendo la voluntad de la diosa. Abundan historias sobre lanzas regaladas a un centauro enemistado con otro que se quiebran cuando impactan contra una peligrosa bestia y dejan al centauro indefenso.

La máxima forma de veneración a Eneprana es el ritual de la toma de decisiones y votación. Cada vez que el clan se reúne para discutir, es obligado contemplar todos los puntos de vista, aclarar las posibles consecuencias y plantear los cursos de acción. Esto se desarrolla siguiendo un orden establecido por los jóvenes, quienes, al ser el futuro del clan, tienen sobre sus hombros la responsabilidad de cargar con las decisiones de sus mayores. Pueden posponer incluso la votación si consideran que es necesario traer a alguien ajeno al clan para que opine. Luego, los ancianos reparten las cintas del clan para que toda la comunidad vote. La abstención está mal vista incluso aunque Eneprana dictamine que es una alternativa válida. Hecha la votación, el resultado es inapelable, y actuar en contra de lo dictaminado se considera un atentado contra los dioses, aunque luego se demuestre equivocado. Los centauros se toman muy en serio estas reuniones, e impedir a alguien a acudir a ellas es una falta terrible que puede llevar a un clan a expulsar a un miembro o declarar la guerra a otro grupo.