Iroh Galvyn nació en Grenest un pequeño pueblo de Deltfort, en una familia de granjeros, siendo el séptimo hijo. La vida en la granja era dura ya que Grenest sufrió asaltos y robos y jamás volvió a ser lo que era.

Dada la pobreza en la que vivía, sufrió de malnutrición, de lo que se aprovechaban los demás niños del lugar. Sin embargo, un día fueron demasiado lejos y, ante la negativa de entregarles lo poco que tenían (por miedo a las represalias paternas), le dieron una paliza de muerte.

Huido y desangrándose sólo le esperaba la muerte en el bosque, a lo que se interpuso un misterioso hombre que lo salvó, llamado Gideon. Sin embargo, Iroh quedó marcado con cicatrices y modificaciones corporales de por vida. Gideon fue su mentor y, prácticamente, su padre. Con él aprendió a desenvolverse en el bosque, lo apasionante de la erudición y a cultivar sus dotes druídicas naturales. Cosa que siempre sintió en conflicto con su nueva naturaleza forjada (y que muchas otras personas también juzgaban negativamente).

Un día tuvo que huir y no volvió a saber de Gideon. Se embarcó en un mar de aventuras y conocimiento, buscando desentrañar los mayores secretos de este mundo.