La energía caótica del Abismo premia a los demonios particularmente crueles e ingeniosos con una bendición oscura, transformándolos en seres únicos cuyo poder puede rivalizar con el de los dioses. Estos señores demoníacos gobiernan mediante la fuerza bruta o la astucia con la esperanza de poder autoproclamarse en el futuro amos de todo el Abismo.

Aunque la mayoría de los señores demonio ascienden de entre las vastas e incontables hordas de demonios repartidas por los Planos Inferiores, el Abismo también recompensa a aquellos forasteros que conquistan cualquiera de sus infinitas capas. Por ejemplo, la diosa elfa Lolth se convirtió en señora demoníaca después de que Corellon la arrojara al Abismo por traicionar a toda la estirpe de los elfos, antes de la Escisión Planar.

La mayor muestra de poder de un señor demoníaco es su capacidad para transformar un reino abisal. Si controla alguna de las infinitas capas del Abismo, esta se convertirá en un reflejo de la terrible personalidad de su gobernante. Los señores demoníacos rara vez abandonan su reino, pues temen que otra criatura le dé forma y se haga con su control. Como ocurre con otros demonios, la esencia de un señor demoníaco que muera en otro plano volverá al Abismo, donde tomará de nuevo forma corpórea. Además, un señor demoníaco que muera en el Abismo será destruido permanentemente. La mayoría de los señores demonio mantienen parte de su esencia a buen recaudo para evitar tal destino.