Las sagas (conocidas erróneamente como Brujas) encarnan todo lo que es cruel y malvado. Aunque parecen ancianas arrugadas, estos monstruos no son criaturas mortales, sino que sus formas se limitan a reflejar la maldad que anida en sus corazones.

Las sagas tienen su origen en los Parajes Feéricos, pero son cánceres del mundo mortal. Sus rostros marchitos, plagados de granos y verrugas que manchan su ya de por sí horrible piel, están enmarcados por una melena raída. Sus dedos, largos y huesudos, se encuentran rematados en garras que pueden seccionar la carne con un simple roce. Sus sencillas ropas siempre están ajadas y harapientas.

Todas las sagas poseen poderes mágicos, y algunas tienen cierta afinidad por el lanzamiento de conjuros. Pueden cambiar de forma o maldecir a sus enemigos. Además, su arrogancia las hace pensar que su magia puede rivalizar con la de los dioses, contra los que blasfeman en cuanto se les presenta alguna oportunidad.

Las sagas se reproducen robando y devorando a bebés humanos. Tras robarlos de la cuna o el vientre de su madre, el monstruo consume al pobre infante. Una semana después, la saga da a luz a una hija que parece humana, pero que el día de su decimotercer cumpleaños se transforma en la viva imagen de su madre. A veces, las sagas crían a sus hijas y forman así aquelarres. No obstante, también podrían devolver la niña a los apesadumbrados padres, para posteriormente observar desde las sombras cómo la criatura crece hasta convertirse en un monstruo.