Arbotrueno fue una vez una comunidad que prosperó en los límites de los bosques de Nuncainvierno. Durante la fundación del pueblo, Arbotrueno era defendido de los monstruos por comunidades de firbolgs, a los que se honraba con una estatua en la plaza del pueblo.
Sin embargo, cuando el volcán cercano entró en erupción, devastó el pequeño pueblo. Tras el desastre, los zombis de ceniza ahuyentaron a todos los que sobrevivieron a la erupción. Durante este tiempo, Arbotrueno quedó en ruinas, muchas de sus casas de piedra carecían de tejado y estaban a la intemperie, aunque algunas permanecían casi intactas. El silencio era inquietante.
Sólo quedaban tres habitantes, Reidoth, un druida humano enjuto y de barba blanca que visitaba las ruinas de Arbotrueno de vez en cuando, evitando que nadie se adentrara en los peligros que acechaban dentro de las ruinas, mientras intentaba destruir un árbol parasitario y vampírico que crecía en su centro. Un dragón verde joven que había tomado las ruinas de Arbotrueno como su propia guarida, y miembros del Culto del Dragón que lo siguieron hasta aquí, en parte por devoción y en parte para ganarse su alianza.