Los gules forman jaurías que vagan por las noches, presas de un hambre insaciable por la carne de humanoide.

Al igual que los gusanos y los escarabajos carroñeros, medran en entornos plagados de muerte y putrefacción. Los gules infestan los lugares en los que pueden atiborrarse de la carne y órganos de cadáveres. Cuando no es posible alimentarse de estos restos, persiguen a criaturas vivas y tratan de asesinarlas para devorarlas. Aunque no se nutren de lo que comen, están motivados por un hambre insaciable que los obliga a consumir carne de humanoide. Su cuerpo muerto viviente no se descompone, por lo que pueden aguantar en una cripta o una tumba durante incontables eras sin alimentarse.

Los gules se originaron en el Abismo. Doresain, el primero de su raza, fue un elfo adorador de Orcus. Traicionó a su pueblo alimentándose de la carne de humanoides para ensalzar al Príncipe Demonio de los Muertos Vivientes. Como recompensa, Orcus lo transformó en el primer gul. Este sirvió a su señor fervientemente en el Abismo, creando gules de entre los sirvientes del señor demoníaco hasta que, en una incursión de Yeenoghu, el señor demoníaco de los gnolls, fue secuestrado. Cuando Orcus lo abandonó a su suerte, Doresain se dirigió a los dioses elfos y les rogó que lo salvaran. Estos se apiadaron de él y le ayudaron a escapar de su destrucción. Desde aquel día, los elfos son inmunes al toque paralizante de los gules.

A veces Orcus imbuye a un gul con una cantidad aún mayor de energía abisal, de manera que se crea un ghast. Así como los gules son poco más que bestias salvajes, los ghasts son seres astutos, capaces de inspirar a una manada de gules a seguir sus órdenes. Se les reconoce por su piel aún más pálida y una larga lengua que expulsa un hedor venenoso.