Grandes manadas de demonios centauros, o armanites, corren por los campos devastados del Abismo, dedicados a la masacre y la muerte e impulsados por una sed de sangre desatada. Tanto si están bajo el control de demonios más poderosos como si cargan a la batalla por el placer de hacerlo, los armanites hacen pedazos a sus enemigos empleando sus garras y sus cascos, así como sus largas colas similares a látigos.
En los ejércitos de los señores demoníacos, los armanites desempeñan el papel de caballería pesada, liderando la carga y atravesando los flancos del enemigo. Los armanites están todo el tiempo luchando, incluso entre ellos si no encuentran otro enemigo. Resultan unas tropas de asalto ideales, totalmente despiadados y audaces hasta el punto de la estupidez.
Parte de lo que hace que los armanites sean tan terroríficos es la cantidad de armas a su disposición. Poseen cascos pesados, garras que se curvan y largas colas con los bordes serrados que pueden desollar la carne de sus víctimas. Los armanites emplean todo su arsenal para destrozar a sus enemigos. Cuando se enfrentan a formaciones difíciles, pueden recurrir a su magia innata para lanzar relámpagos y crear huecos en las filas enemigas.