Los monjes siguen un entrenamiento marcial riguroso y una férrea disciplina mental para alinearse con el multiverso y concentrar sus reservas internas de poder. Cada monje conceptualiza este poder de diversas formas: como un aliento, como energía, como fuerza vital, como una esencia o como su propio ser, por ejemplo. Este poder impregna todo lo que hace un monje, ya sea canalizándolo como una impresionante muestra de habilidad marcial o como una manifestación más sutil de su velocidad y capacidades defensivas.
Los monjes utilizan su poder interno para crear efectos extraordinarios, incluso sobrenaturales. Pueden dotar sus ataques de una velocidad y fuerza asombrosas, independientemente de si usan armas o no. En manos de un monje, incluso las armas más básicas pueden convertirse en sofisticados instrumentos de combate.
Muchos monjes consideran que una vida estructurada de retiro ascético les ayuda a cultivar la concentración física y mental que necesitan para controlar su poder. Otros creen que enfrascarse en el enérgico ajetreo de la vida puede favorecer su determinación y disciplina. Por lo general, los monjes ven las aventuras como pruebas para su crecimiento físico y mental. Les mueve un deseo de cumplir una misión importante que va más allá de simplemente matar monstruos y hallar tesoros: aspiran a convertirse en auténticas armas vivientes.