Klav Ikaia, originariamente el Alto Jinete de Elturel, fue un líder respetado en su comunidad antes de caer en las sombras del vampirismo. Bajo su liderazgo, Elturel prosperó, pero su destino cambió drásticamente cuando se vio envuelto en la oscuridad vampírica. Ocultando su nueva naturaleza, Ikaia gobernó desde las sombras, alimentando la decadencia que crecía dentro de la ciudad mientras más y más de sus engendros ocupaban puestos de poder.
La aparición del Compañero, un misterioso artefacto celestial, marcó un punto de inflexión para Ikaia. Este objeto, con su luz purificadora, fue diseñado para proteger a Elturel la noche que Ikaia decidió tomar la ciudad. Superado por el poder del Compañero, Klav fue derrotado y forzado a retirarse a las profundidades de las mazmorras y cuevas bajo tierra, ocultándose de la luz y perdiendo su influencia sobre la superficie.
Cuando Elturel fue arrastrada a Averno, Klav Ikaia encontró una nueva oportunidad para resurgir. Aprovechando el caos y el terror que reinaba, Ikaia emergió de su escondite y rápidamente se posicionó como una figura dominante entre los sobrevivientes aterrorizados gracias a su carisma y a que pocos conocían su verdadera identidad. Con astucia y gracias a los almacenes de comida en los sótanos y subterráneos que dominaba, logró controlar a la mitad de la población de la ciudad caída, manipulándolos para consolidar su poder en un reino de falsa esperanza y manipulación.
Sin embargo, cuando todo parecía perdido, Klav y sus seguidores más leales abandonaron Elturel a su suerte. Solo para verse abandonados ellos mismos en los Páramos, cuando la ciudad fue devuelta al Plano Material.