Se cree que el velo entre este mundo y el reino feérico del Paraje Féerico se debilita durante este día. Aunque este fenómeno se toma con cautela en las áreas rurales (la gente evita los bosques, deja ofrendas de comida en sus umbrales y cosas por el estilo), en grandes ciudades es una ocasión para beber, cantar y bailar. Los adinerados organizan bailes de disfraces en los que no falta detalle, mientras los más modestos lucen trajes populares hechos por ellos mismos y van puerta a puerta, consiguiendo entrar brevemente a las fiestas a cambio de interpretar alguna canción o entremés. Todos adoptan el aspecto de seres feéricos y las de los supuestos gobernantes del Paraje Féerico, como la reina Titania, Oberon y Hyrsam, el Príncipe de los Locos. Aquellos inclinados a permanecer ajenos ante tal frivolidad harían bien en quedarse en casa, porque los celebrantes harán todo lo posible por sacar una sonrisa de todos aquellos a los que se encuentren.