Kurtius abandonó su tribu goblin de joven, tras un desdichado intento de saquear a caravanas en la carretera. Un grupo de aventureros acabó con sus compañeros de la tribu y le perdonaron la vida y dejaron marchar. En vez de volver con su tribu, Kurtius tomó ejemplo de aquellos que valoraron su vida y decidió viajar y conocer mundo dejando a su pasado atrás.

Sus malas maneras y falta de respeto a la sociedad le metieron en más de un lío, pero también le enseñaron que de líos se puede ganar uno la vida. Kurtius aprendía rápido y trabajaba para quien hiciera falta, traficar con gente y sustancias, implantar pruebas falsas y lo que descubrió que mas amaba, robar tumbas.

Pero pronto se dio cuenta de que por cada espectro, infraplanar, monstruosidad y criatura tiránica que derrotaba escondida en su mazmorra agarrada a un artefacto u otro, Kurtius creaba otro monstruo al colocar ese objeto en manos de un tirano que sí estaba fuera de la mazmorra, con control sobre el mundo exterior.

Tuvo que aprender por las malas, que los objetos de más valor son los más peligrosos, y desde entonces, a pesar de mantener sus juergas, sus trapicheos y sus buenas(cuestionable) amistades, trata sobre todo de valorar el conocimiento, la historia y la protección que merecen las reliquias del pasado.

Uno de estos trabajos le llevó a recuperar una copia original del Estudio sobre el Sistema Geocéntrico de Planos de la Tercera Era, junto a Loska, Muak, Rasha y Saada. Por suerte todos ellos estaban de acuerdo con Kurtius en que el dinero no era lo importante, sino asegurarse de devolver este tomo a su legítima dueña.