Los dragones de bronce habitan las costas y se alimentan principalmente de plantas acuáticas y peces. Toman la forma de animales amistosos para observar a otras criaturas que les interesen. También les fascina la guerra y se unirán a aquellos ejércitos que luchen por una causa justa.
La forma de sus cabezas tiene como característica principal una cresta acanalada y estriada. Sus curvos cuernos se extienden desde esa cresta y en su mentón y mejillas, a modo de imitación, les surgen unas púas. Los dragones de bronce poseen pies membranosos y escamas suaves que les ayudan a nadar. Las crías de estas criaturas son amarillas con tintes verdes. Solo cuando estas están a punto de llegar a su madurez reciben su color bronceado oscuro característico. Las pupilas de estos dragones se van oscureciendo con la edad hasta parecer orbes verdes y brillantes.
Dragones de la costa
A estos dragones les encanta ver los barcos que navegan a lo largo de las costas que están cerca de sus guaridas. En ocasiones toman la forma de delfines o gaviotas para inspeccionar con detenimiento a las tripulaciones de estos navíos. Los más osados podrían entrar en los barcos disfrazados de ave o rata, e inspeccionar la bodega en busca de tesoros. Si encuentran algo de su agrado, negociarán con el capitán del barco por el objeto.
Máquinas de guerra
Los dragones de bronce luchan activamente contra la tiranía, y muchos de ellos ansían probar su valía empleando su tamaño y fuerza en una buena acción. Cuando estalla algún conflicto cerca de sus guaridas, estos dragones determinan la causa que subyace y ofrecen sus servicios al bando que luche por el bien. Una vez un dragón de bronce ha dado su palabra, se mantiene como un aliado insobornable.
Riqueza bien organizada
Los dragones de bronce buscan entre los barcos hundidos cualquier objeto valioso, y también coleccionan coral de vivos colores y perlas de los arrecifes cercanos a su guarida. Cuando un dragón de bronce se compromete a ayudar a un ejército para combatir la tiranía, pide un pago simbólico por ello. Si tal pago es demasiado para sus aliados, podría contentarse con una antigua colección de libros de historia militar o un objeto ceremonial que conmemore su alianza. Un dragón de bronce, además, podría reclamar cualquier tesoro propiedad del enemigo que considere que estaría más seguro bajo su protección.