Sin Rastro de Sangre

La historia de Anauroch tal y como se conoce ahora comienza en la Segunda Era, milenios después de que las ciudades flotantes que formaban el imperio conocido como Draconia cayeran. Los dracónidos de Anauroch tardaron milenios en convertirse en una civilización funcional, dado que resulta imposible sobrevivir sin los medios necesarios en este desierto repleto de magia errante, y dentro de este, cualquier asentamiento lo suficientemente grande es un manjar para todo dragón o criatura mágica que se precie.

Pero solo fue necesario tiempo para que las tornas cambiaran, y en los inicios de la segunda era, los primeros miembros de las tribus Dracae consiguieran conquistar la totalidad de la Llanura de los Monolitos, sin contar su engorroso sistema de cuevas y cañones geográficos. Con dominio sobre sus tierras y ahora dotados de monstruosas criaturas de carga, pusieron sus ojos en el horizonte, y arrasaron en conquistas llenas de sangre y fuego con toda tribu que se asentara en los desiertos del noreste de Aenith, que ahora se conocen como la Sangre Seca, Anauroch, un nombre muy apropiado, dado que lo único que queda de los pueblos que se opusieron al invasor son cenizas mezcladas con la arena, sangre seca.