Un día cómo otro cualquiera, nació una niña en el seno de una familia rica, criada entre algodones y mimada, la niña pronto mostró su tenacidad, cuando a la temprana edad de unos 6 años, volvió a casa con el cuerpo muerto de un gran Lobo en su espalda. Aterrados por la visión y la fuerza de la niña, sus padres no pudieron soportar tenerla en casa cómo su hija, así que comenzaron a criarla y alimentarla en las cuadras, cómo un animal más.
Fue con el tiempo, a los años, que un extraño monje andaría de paso por su pueblo, encontraría a la niña, convertida ya en una joven de largos cabellos negros y piel pálida y la liberaría de un destino cruel.
La enseñó a hablar bien, a escribir y leer, incluso intentó entrenarla, pero la naturaleza de la niña era insondable, su destino incierto, y con el tiempo, ambos conocieron a la Orden de los Fab'Huritus, dando lugar a una de las muchas peleas que tenían entre ellos, terminando por ser derrotada y aceptando a la orden.
Morveth nunca perdonará que el monje se dejase llevar por la lujuria, viendo cómo espiaba a mujeres o a ella misma durante sus viajes, aun que asqueroso a su parecer, también fue su primer y único amigo, alguien que ha hecho mucho bien, pero condenado a la debilidad de la carne.
Durante los sucesos de las Ruinas de las Moiras, el destino reveló a Morveth en la pelea contra Hemófago, llegando a herirle y aparentemente, a escapar, pero cómo otras veces en su vida, su destino ahora es, incierto.