Abriymoch es la capital resplandeciente y peligrosa de Phlegethos, una de las ciudades más admiradas por la alta sociedad infernal. Suspendida sobre lagos de lava en plataformas de obsidiana, bronce rojo y cristal negro, la ciudad se alza como una joya infernal entre llamas perpetuas y torrentes de humo. Sus calles son canales de magma navegables en barcazas, que conducen a tabernas, burdeles, teatros, casinos y toda clase de establecimientos dedicados al exceso y el pecado.

Gobernada por los archiduques Fierna y Belial, Abriymoch es un centro de indulgencia y manipulación refinada. Aquí, el poder se compra con favores disfrazados de regalos, y las promesas más dulces esconden contratos irrompibles. En sus salones de mármol ardiente se representan tragedias de ambición y deseo, mientras los juegos de corte se entretejen con pactos infernales. Entre sus muchos edificios destaca el Tribunal Diabólico, la única corte legal oficial de los Nueve Infiernos, donde se resuelven disputas entre diablos con la misma crueldad que elegancia.

Aunque los forasteros rara vez son bienvenidos, los habitantes de todas las capas del Infierno acuden a Abriymoch en busca de placer, justicia o perdición. Todo arde en la ciudad: el suelo, el cielo… y los deseos de quienes la pisan.