Ciudad grande: 18 374 habitantes (97 % fórmigos, 2 % enanos, 1 % otros).
Límite de dinero: 12 000 po.
Guardias: 202.
Autoridad: Reina Elianii, Maraz el Tuerto (consejero de la reina).
Religiones mayoritarias: Culto cívico y Culto Eterno.
Geografía, cultura e historia
Al este de Sananda, en mitad de las grandes llanuras, se encuentra el hormiguero de Biixemein, el más poblado de las ciudades fórmigas. Su acceso está rodeado de campos de cultivo de todo tipo hasta donde se pierde la vista. Aunque siempre pueden verse incansables fórmigos trabajando de sol a sol en los campos, muchos de ellos se encuentran en un considerable abandono, ya que la mayoría de los miembros del hormiguero permanecen en los túneles. La reina de Biixemein, Elianii, guiada tal vez por los instintos que los Peregrinos dieron sin saberlo a los fórmigos, ha embarcado al hormiguero en una titánica labor: la construcción de una red de túneles a través de Vajra que conecte todos los hormigueros de Sananda y Shabana, creando así una gran nación fórmiga en el oeste de Voldor. Es por ello por lo que trabajan sin descanso día y noche, descuidando cualquier otro trabajo.
Biixemein se extiende por corredores que parten hacia todos los puntos cardinales desde lo que fue originalmente el núcleo del hormiguero, ramificándose como las raíces de un inmenso árbol. Estos túneles, que parecieran azarosos, se deben a la continua búsqueda de entradas a Vajra y a otros pasajes que permitan llegar a los hormigueros vecinos.
La mayoría de estancias que antiguamente fueron dedicadas a otras tareas ahora se reservan para la crianza y aprendizaje de los jóvenes fórmigos, pues la reina da a luz continuamente a nuevas larvas para disponer de más mano de obra, convirtiendo esta ciudad en la más poblada de todos los hormigueros fórmigos. Estos jóvenes son adoctrinados desde su más tierna infancia en el culto cívico, venerando el proyecto de la reina como una parte misma de la ciudad. Para ello se han creado grupos motivacionales entre sus clérigos con la labor de proclamar diariamente la importancia de conectar los hormigueros, de esforzarse al máximo por la gloria de la reina, el hormiguero y la gran nación por venir. De esta manera, la titánica obra que están llevando a cabo en las profundidades de la tierra se considera un gran rito religioso hacia la ciudad.
Como todo aquello que no se supone importante para el propósito de la reina se desecha en pos del bien común, la ciudad se ha reorganizado para adaptarse y cumplir con las tareas relacionadas con el gran plan, tornándose inhóspita para la mayoría de viajeros al no existir apenas posadas o mercados que no estén orientados a la apertura de nuevos corredores. De hecho, se han empezado a aceptar trabajadores no fórmigos para la exploración de las vías que se van descubriendo, ya que los experimentados fórmigos se ciñen a la expansión de los túneles. Destacan entre los visitantes una pequeña delegación del clan Rocasangrienta, dedicada a la clasificación y extracción de minerales en los túneles. El comercio que hacen con estos minerales supone un necesario aporte económico para el hormiguero, pues los campos de cultivo apenas son suficientes para alimentar a toda la población. Biixemein se ha convertido así en el mayor exportador de minerales de la región, con un trasiego continuo de carromatos que trasportan los materiales hacia El Cruce para luego volver cargados de alimentos y otros enseres necesarios para las excavaciones.
Debido a la cercanía del hormiguero a Vajra, Biixemein acoge una buena parte del Gremio de Iixarkas. Los cazadores sagrados de los fórmigos, mitad exploradores, mitad clérigos, se encargan día y noche de despejar los túneles de los peligros que puedan encontrarse los demás trabajadores. Aunque se supone que los iixarkas son los miembros fórmigos más neutrales, habiendo jurado dedicar sus vidas a proteger a todos los hormigueros por igual, en Biixemein sienten una especial devoción por el proyecto de Elianii, quizás por el bombardeo de las proclamas de los grupos motivacionales clérigos.
Sin embargo, no todos los fórmigos comulgan con un proyecto que probablemente acabará mucho después de que ellos hayan muerto. La corta esperanza de vida de esta raza, junto con la idea de una existencia de cuasi esclavitud, ha calado en muchos de ellos. Es así como ha surgido un culto secreto en las entrañas de Biixemein: el Culto Eterno. En algunos círculos, los adeptos de esta fe buscan la forma de alargar su vida a la vez que reniegan del rígido sistema del hormiguero. Sus miembros veneran a una deidad a la que simplemente llaman Vorágine, sin saber que, en realidad, sus alabanzas llegan a oídos de Ahzek, dios de la oscuridad. El culto cívico conoce la existencia del Culto Eterno, pero silencian cualquier rumor sobre el tema.
La reina permanece perennemente en el centro de la colonia dotando al hormiguero del mayor número de fórmigos posible, asistida por las amas de cría, que clasifican las larvas y las distribuyen por las estancias de crecimiento que otrora fueron oratorios del culto cívico y almacenes. Elianii nunca sale de sus aposentos, ni siquiera para honrar con su presencia a los diplomáticos que a veces llegan al hormiguero. También desoye las ideas de la mayor parte de sus consejeros y allegados, de los cuales Maraz el Tuerto parece ser el único que posee algo de influencia sobre ella. Maraz es el mayor enemigo del Culto Eterno, cuya existencia se mantiene en secreto incluso para la propia reina. Al fin y al cabo, Elianii no tiene por qué distraerse con lo que él considera un problema menor.