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Al sur de las Quebradas del Ojo, en las orillas del Xenir, se encuentra Muluc-Xul, un asentamiento de saurios que hace un par de años invadieron lo que iba a ser un puesto avanzado de los fórmigos de Aluiia. Masacraron a todos los trabajadores y guerreros y se hicieron con el control del lugar, cuyas construcciones no estaban terminadas. La ciudad se encuentra en los desfiladeros conocidos como Ulunari por el sonido que provoca el viento al pasar por ellos, por lo que se la conoce también entre los habitantes de Sananda como las Rocas Aullantes. La mayor parte de Muluc-Xul se encuentra parcialmente inundada por el afluente Xorath, lo que no preocupa a los saurios, acostumbrados a entornos semiacuáticos.

Estos saurios pertenecen al clan Ix-Ahau, exiliado de Saurania por su devoción hacia el Devorador y sus costumbres brutales. Como ofrenda a su dios, han edificado por la región las llamadas rocas del ritual o sereg xarn: montículos bañados en sangre hechos con rocas y los cráneos de sus enemigos. Estos osarios rituales sirven también como advertencia para los intrusos y como límite de los dominios del clan, cada vez más extensos.

La región posee una fauna abundante, entre la que destacan varios tipos de anfibios, insectos, peces y pequeñas aves. Los alimentos no son problema para el asentamiento, que, además, se nutre de los ataques a caravanas y de la carne de sus enemigos. La vegetación es escasa pero frondosa, compuesta sobre todo por matorrales bajos y algunos alisos negros. Al norte se abre el Paso de Gorgax, un estrecho desfiladero por el que discurre el Xorath y que comunica con las Quebradas del Ojo. Este paso se encuentra vigilado en todo momento por los saurios y sus raptores, enormes lagartos carnívoros, ya que, aunque comparten la brutalidad de los cíclopes de la Legión de la Rueda Dentada, no confían del todo en ellos.

La ciudad está compuesta por numerosas cuevas y corredores que confluyen a lo largo de un desfiladero comunicado perpendicularmente con el Paso de Gorgax, como si se tratase de una T invertida. Las entradas a las cuevas se encuentran a distintas alturas, por lo que algunas son utilizadas como puestos de vigilancia. Aquí pueden verse aún vestigios de las construcciones fórmigas, que levantaron escaleras para poder acceder a algunas de las cuevas y estructuras defensivas, como casamatas con aspilleras o pequeñas murallas de roca. Con el paso del tiempo, los saurios han practicado agujeros en las paredes del desfiladero con el propósito de escalar de una entrada a otra. En lo alto de los desfiladeros se apostan vigías, aunque es improbable que nadie acceda por ahí, ya que la cima de estos es casi imposible de alcanzar.

En los túneles del oeste se encuentran los pozos de cría, donde los saurios adiestran a los raptores, alimentándolos con restos de carne y huesos. A los raptores jóvenes los meten en pozos poco profundos para poner a prueba su madurez: una vez que consiguen salir por sus propios medios, se los considera aptos para el adiestramiento.

Al este se encuentran las cuevas de mayor tamaño, que es donde habita la mayor parte del clan distribuidos en pequeños grupos de caza o facciones. Aquí también se encuentran las estancias de los saurios jóvenes, pues los hijos de Ix-Ahau pertenecen al clan. Estos son los únicos a los que no se les exige trabajar para conseguir alimento.

Todos los túneles de Muluc-Xul concurren en una inmensa cámara subterránea, una cueva natural que los saurios llaman el Domo del Devorador. Es aquí donde habitan sus mejores guerreros, que se han ganado el derecho a habitar en las pequeñas cuevas que pueblan el lugar a modo de ábsides. Aquí también vive el líder del clan Ix-Ahau, Tizoc el Inmortal, junto a su pareja, Kuapan Hiendecráneos, que hace las funciones de guardaespaldas. En el extremo norte del Domo se encuentra la sereg xarn primigenia, un trono formado con los cráneos ensangrentados de los enemigos del caudillo saurio.

Tras el trono sangriento de Tizoc hay una abertura en la roca que da al Lago del Devorador. Este estanque poco profundo es el resultado de una pequeña cascada que cae desde lo alto de Muluc-Xul, cuyas aguas pertenecen al Xorath y que discurren hacia las  profundidades de Vajra por ríos subterráneos. En el lago, los saurios realizan rituales impíos con los cuerpos de sus enemigos para recibir el favor del Devorador. Son guiados en esta tarea por el chamán de la tribu, Mugjhorl, cuyo cubil se encuentra en esta misma caverna. Se trata de una poza húmeda y fangosa, con estalactitas y estalagmitas talladas con extraños símbolos y de cuya entrada cuelgan raíces nudosas como si de una pesada cortina se tratase. En este cubil el chamán otorga a los mejores guerreros del clan la marca de su dios. La poza de Mugjhorl es un lugar impío del que emana energía negativa y que ni siquiera los más fieros saurios pueden pisar sin sentir escalofríos.

Muluc-Xul podría llegar a ser una punta de lanza a través de la cual Saurania tendría un paso franco por el que introducirse en Sananda, pero, dado que se trata de un clan de saurios caído en desgracia, es poco probable. Lo que está claro para el resto de habitantes de las llanuras es que la ciudad es un foco de maldad, un lugar que debería ser erradicado. Sin embargo, la elección de asentarse en los desfiladeros de Ulunari no fue fortuita: la construcción de los fórmigos es terriblemente difícil de tomar dada su especial orografía. Además, en su interior se encuentran grandes vetas de minerales, las cuales les han valido a los saurios para establecer una serie de tratos con los cíclopes de las Quebradas, intercambiando metales por armas manufacturadas y cautivos con los que hacer sus sacrificios impíos.