Rulink nació en forma de elfo pálido, y sus padres lo enviaron a una especie de orfanato para los suyos, aunque no era más que una cárcel para niños. Una manera de deshacerse de un hijo indeseado sin sentirse demasiado culpable. Allí vivió una vida aislada de la realidad, dedicando su tiempo a estudiar todo tipo de materias y leer sobre el mundo que nunca había contemplado.

Al llegar a una edad más madura, consiguió fugarse de ese infierno bajo la promesa de que, una vez fuera, liberar al resto de sus compañeros. Pero el mundo que le deparaba no iba a tratarlo mejor de lo que había vivido hasta el momento y esa promesa quedó relegada a un futuro incierto. Nada más salir tan solo vio unos frondosos bosques, él creía saber sobrevivir en ese ambiente pues sabía todo sobre ese tipo de bioma, lo había leído en los libros y además una vez leyó un libro sobre cómo hacer fuego. En los tres días que pasó hasta atravesar el bosque por completo jamás probó ni un solo alimento cocinado en fuego y así recibió la primera lección "Para ser realmente bueno en algo, debes practicarlo". Tras pasar 3 días alimentándose escasamente de lo que encontraba se encontraba sediento, hambriento y exhausto, así que conseguir vislumbrar a lo lejos un camino que dirigía hacia aquello que había aprendido que era un "Poblado" fue un rayo de esperanza, un rayo que duró tan poco como el tiempo que tardó en encontrarse con el primer ser vivo con el que pudo hablar; un elfo.

Iba por el camino, al parecer un mercader. Rulink intentó hacerle una señal para que parara y le recogiera. En los libros había leído que los mercaderes siempre eran simpáticos y estaban dispuestos a una jovial charla, pero al pasar por su lado tan solo recibió una piedra y un escupitajo en su dirección. Todos sus encuentros por el camino fueron bastante parecidos, incluso cuando Rulink no intentaba pararlos. Sin embargo uno de ellos tuvo una actitud diferente.

Este elfo, bajó de su carruaje y sin mediar palabra le propinó un puñetazo y le dijo "Vuelve de la cloaca de donde has salido, sucio bastardo". Pero Rulink era bastante duro, había recibido tantas palizas que no sentía dolor alguno y, por un momento en la excitación de ser realmente libre, cogió uno de los afilados palos que anteriormente había utilizado para cazar y le atravesó el corazón a ese ciudadano cuyo nombre y móvil eran desconocidos para él. No se sintió mal, no sintió nada por esa persona, tampoco había tiempo para ello. Por suerte nadie pasó por allí ni cerca durante un tiempo y pudo tomar una sabana para tapar su rostro y esconder el cadáver. Decidió que no era una gran idea intentar llegar a ese poblado, no parecía que fuera a ser bien recibido, así que nuevamente sin un rumbo fijo se dirigió en dirección contraria.

Pasadas unas horas sin llamar en exceso la atención, decidió que era buen momento para acercarse a una zona segura y registrar a fondo la carreta. En ella encontró un mapa de la zona, algo de comida, unas telas y una cantimplora vacía. Decidió acercarse al río para rellenar la cantimplora y tomar un descanso. Allí con más tranquilidad contempló el mapa para intentar decidir qué camino debía seguir, había un lugar marcado en otro color, Tirash y decidió ir allí.

Las gentes de Tirash le recibieron de buen grado. Le ofrecieron cobijo, sustento y trabajo, y terminaron de abrirle los ojos al explicarle la naturaleza de los elfos pálidos, la discriminación a la que estaban sistemáticamente sometidos, y cómo habían convertido este lugar en un refugio contra todo ese desprecio.

En Rulink despertó un gran sentimiento de odio hacia estas injusticias. Decidió que no permitiría a nadie pisotear a otro y que castigaría con firmeza a los opresores. Rulink siempre fantaseaba con una revolución de todos los elfos despreciados pero sabía que solo era fantasía. Sin embargo había un hilo de esperanza que brillaba dentro de él. Con los años descubrió que tenía talento natural para los dispositivos mecánicos y las armas de fuego, artilugios que traerían de tierras lejanas algunos elfos pálidos refugiados. Tras entrenar en el arte del combate con estas herramientas, finalmente se sintió preparado para volver a salir al mundo, buscando traer la justicia que su pueblo no había podido conocer.