Astah, Kharna, Neir y Rulink eran cuatro desconocidos, separados por naciones y continentes, que unidos por una fuerza mayor fueron capaces de salvar vidas inocentes, castigar a asesinos y esclavistas y recuperar artefactos perdidos.
Su historia comienza a las afueras de Tirash, hogar de Rulink y de multitud de Srenia. Allí se encontraron Astah y Rulink, atormentados por pesadillas que les empujaban a buscar a un joven Denon de cabello cenizo. Estos aventureros pronto aprendieron la valía del otro en combate singular, y partieron hacia el Golfo del Corsario en busca de un puerto que les llevara a Arengiel.
Tras días de viaje y encuentros en las salvajes llanuras, encontraron a Kharna, un Elfo de Sangre que por precaución había tomado la apariencia y el nombre de un rompejuramentos que estaba persiguiendo y con el que había acabado. El joven humano se llamaba Seix y era un esclavista de los Pastores de Hierro, los captores de Lumal, el maestro y figura paterna de Kharna.
Juntos encontraron a Neir, la última pieza del puzle, en el pueblo de Pilzander. Tras una visión de la guerra que venía y su capacidad para marcar la diferencia en esta, los jóvenes aventureros fueron encargados con la tarea de recuperar uno de tres artefactos unidos a la Reina Dragón, Tiamat. Kharna decidió unirse al grupo mientras sus intereses fueran en paralelo. Tras un frío viaje a Arengiel, y un más frío encuentro con un Guiverno llegaron a su destino.
Una vez en el archipiélago, siguieron el rastro de los esclavistas tras encontrarse y derrotar a Ukras, uno de sus antiguos miembros. La búsqueda de Lumal les llevó directamente a una ciudad donde los Pastores de Hierro escondían criaturas y personas para usarlos en las luchas de la arena. El reencuentro con el maestro de Kharna no fue como lo esperaban, atrapados en una mazmorra por esta red de traficantes de esclavos. Pero gracias a la buena suerte y a las aptitudes para el combate aprendidas, derrotaron a los Pastores de Hierro.