El Plano Astral es un reino de pensamiento y sueños, en el que sus visitantes viajan de forma incorpórea para alcanzar los Planos Exteriores. Se trata de un gran mar plateado, igual hacia arriba que hacia abajo, con remolinos llenos de volutas blancas o grises, que se mezclan con motas de luz que se brillan como estrellas distantes. La mayor parte del Mar Astral es una extensión vasta y vacía. Aunque, ocasionalmente, sus visitantes se cruzan con el cadáver petrificado de un dios muerto u otros fragmentos de roca en perpetua deriva en este océano de plata. Mucho más comunes que estos encuentros son los estanques de color; concentraciones mágicas de luz coloreada que parpadean como monedas brillantes en rotación.
Las criaturas del Plano Astral no envejecen ni padecen de hambre o sed. Por eso, los humanoides que viven en el Plano Astral (como los githyanki) suelen edificar puestos avanzados en otros planos, habitualmente el Plano Material, para que así sus hijos puedan crecer hasta alcanzar la madurez.
Los viajeros del Plano Astral son capaces moverse con tan solo pensar en ello, pero la idea de distancia carece de sentido en este lugar. Cuanto más lista sea, más fácil le será a una criatura controlar su movimiento, que no es sino un acto de voluntad pura.