El Tesoro Inefable es una vasta extensión pantanosa en el corazón de Minauros, la tercera capa de los Nueve Infiernos. A primera vista, parece un vertedero olvidado, un túmulo fangoso donde los vientos ácidos arrastran nieblas corruptas entre árboles torcidos y pozas estancadas. Pero este lugar no guarda basura común, sino los restos más íntimos de innumerables mortales: emociones, recuerdos y fragmentos del alma entregados voluntariamente a cambio de pactos infernales. Aquí, en estas aguas envenenadas, esos restos toman forma y pululan como enjambres invisibles, impregnando el aire, las criaturas y el barro con pasiones ajenas, deseos rotos y culpas arrancadas.
Concebido como un pozo de desechos por Mammón, el Señor de la Avaricia, el Tesoro Inefable fue diseñado para contener lo que ni siquiera los diablos desean conservar: los lastres emocionales que los mortales pagan por librarse de ellos. Sin embargo, el lugar ha adquirido una vida propia, generando efectos impredecibles y peligrosos incluso para los habitantes de los Infiernos. Las emociones olvidadas pueden apoderarse de viajeros incautos como parásitos, alterando sus pensamientos y deseos hasta consumir su voluntad. No es raro que quienes entran buscando poder o redención salgan con impulsos que no comprenden... si es que salen.
A pesar del riesgo, el Tesoro atrae a carroñeros, contrabandistas y coleccionistas de sensaciones. Desde traficantes de recuerdos hasta ínclitos ilícidos que se deleitan en la tormenta mental del pantano, muchos buscan extraer, destilar o devorar su contenido. Incluso se han reportado copias-sueño de artefactos poderosos, manifestadas por la concentración abrumadora de qualia. Entre estos tesoros destaca una réplica del legendario Libro de la Contabilidad y Valoración de Todas las Cosas, custodiada celosamente por Klassk, una dragona del estigio que reclama el pantano como suyo.