Los enanos valoran el honor por encima de todo. Los enanos que llegaron a Casskia a través de los túneles del Árbol de Piedra se han ido adaptando al poder elemental del subcontinente con una piel más dura e irregular, algunos enanos especialmente sintonizados con los elementos la exhiben en sus pechos con collares de piedras, dados al nacer, semejantes a un cristal liso y transparente. Bajo la superficie de este cristal se encuentra la manifestación de su poder: núcleos de energía creados a partir de los elementos que han aprendido a dominar. Agua, fuego, aire y tierra; hasta que un enano savvas domina al menos uno de estos elementos y hace suyo su poder, se le considera un cero a la izquierda. Por este motivo, ya desde tempranas edades, los niños enanos estudian con mucho empeño para dominar un único elemento. Por lo general, este dominio les lleva unos veinte años de dedicación y esfuerzo.
Aunque algunos enanos conviven con otras especies y usan sus poderes con fines prácticos, esta conducta suele ser vista como indigna por la mayoría de los savvas. La visión que mantienen de las llamadas “especies ajenas” suele estar teñida de desdén y superioridad, aunque no exenta de pragmatismo: han colaborado en rituales elementales destinados a contener amenazas extraplanares, y no dudan en actuar como guardianes contra la irrupción de avatares.
En el presente, los enanos savvas mantienen ciudades fortificadas en las montañas, cuyas armerías están protegidas tanto por defensas militares como mágicas. Custodian tesoros de gran valor, incluidos artefactos de poder codiciados por fuerzas oscuras, elementales e incluso dracónicas.