Los avatares son manifestaciones anómalas de energía elemental moldeadas por fuerzas externas a los Planos Interiores. A diferencia de los elementales comunes, que emergen de manera natural de la materia viva de su plano, los avatares surgen cuando una voluntad poderosa, sea mortal, planar o divina, trata de dar forma y propósito a esa energía. Son, por tanto, reflejos corrompidos o redirigidos de la esencia elemental, fragmentos animados que actúan como extensiones materiales de una intención ajena.
Cada avatar encarna la furia de su elemento, pero teñida por la mano que lo ha deformado. Un Avatar de Fuego no solo arde, sino que consume con propósito; un Avatar de Tierra no se limita a resistir, sino que aplasta y corrompe la materia que toca. Algunos sabios afirman que los avatares no son verdaderas criaturas, sino ideas elementales dotadas de conciencia por accidente o blasfemia.
Existen así avatares forjados con energía de los Planos Positivo y Negativo: los Avatares de Sol y Avatares de Noche. Estos no representan materia, sino principios opuestos de creación y destrucción, vida y muerte. Donde los primeros ciegan y purifican con su luz abrasadora, los segundos sofocan y disuelven la existencia misma.