Golias, mendigo amante del merodeo, el acoso callejero, el bebercio y otras mierdas, no recuerda mucho de nada que haya pasado más allá de hace unos días.
Siempre anda alegre junto a su mejor amiga La Rata, una zarigüeya que toca el banjo sin ser ningún tipo de criatura mágica, o eso cree él.
Los caminos inescrutables de la vida, la muerte y la cerveza, los llevaron a Lorraizal, dónde se juntaron a una pequeña tropa de luchadores de los que apenas era capaz de recordar nada para salvar el pueblo de la maldición que los aterraba.
La Rata, pereció en el camino, aunque la conexión que tenían era tan grande que siguió hablando con ella desde el más allá. Golias no dudó en acabar con quienes pudieran haberle hecho daño a La Rata, y en un acto de valentía acabó por caer al suelo, dónde, tras sus compañeros acabar con la maldición, de un portal apareció Hemófago, llevándose su alma donde estaría siempre junto a su amada zarigüeya.