Los dragones rojos son los más avariciosos de entre los dragones verdaderos, y buscan sin descanso aumentar sus riquezas. Son exageradamente vanidosos, incluso para la media de los dragones, y su vanidad se refleja en su porte orgulloso y su desdén hacia otras criaturas.

El olor a sulfuro y a piedras volcánicas rodea a estos dragones, cuyos cuernos curvados hacia atrás y cresta ondulada definen su silueta. Su picudo hocico expulsa humo en todo momento y en sus ojos bailan las llamas cuando se enfurece. Sus alas son las más grandes entre los dragones cromáticos y, además, están tintadas de negro azulado al final de su membrana, lo que hace que parezcan hechas de un metal que se ha tornado azul por el fuego.

Las escamas de una cría de dragón rojo son de un color escarlata brillante, y se apagan y adquieren tonos oscuros, al mismo tiempo que se endurecen y aumentan su tamaño a medida que el dragón envejece. Sus pupilas también se van apagando con la edad, y los más ancianos de los dragones rojos tienen ojos que parecen orbes de lava fundida.

Amos de la montaña

Los dragones rojos prefieren el terreno montañoso, las tierras baldías y cualquier otro lugar donde puedan volar alto para controlar sus dominios. Su gusto por las montañas provoca, ocasionalmente, conflictos con los dragones de cobre, habitantes de las colinas.

Tiranos arrogantes

Los dragones rojos estallan en una furia impulsiva y destructora cuando se les enfada. Son tan feroces y vengativos que se les considera el ejemplo perfecto de dragón malvado en muchas culturas.

Ningún otro dragón está al nivel de arrogancia de los dragones rojos. Se consideran reyes y emperadores, y ven al resto de dragones como inferiores. Creen que han sido escogidos especialmente por Tiamat para gobernar en su nombre y consideran que el mundo y cualquier criatura en él les debe obediencia.

Estatus y esclavos

Los dragones rojos son fieramente territoriales y aislacionistas. Sin embargo, les gusta conocer los acontecimientos recientes y usarán a cualquier criatura menor para informarse, enviar mensajes o espiar a sus rivales. Están muy interesados en las noticias relativas a otros dragones rojos, con los que compiten constantemente por el estatus.

Cuando necesitan sirvientes, los dragones rojos reclaman la lealtad de humanoides caóticos malvados. Si no les juran lealtad, asesinarán al líder de la tribu y se harán con el control del grupo. Las criaturas que sirven a estos dragones viven con el temor de ser asados y devorados si le desagradan. Por ello, dedican la mayoría de su tiempo a alabar a la bestia para tratar de mantenerse con vida.

Coleccionistas obsesivos

Los dragones rojos valoran la riqueza sobre todas las cosas, por lo que sus tesoros son legendarios. Codician cualquier objeto que tenga valor económico y pueden tasar el valor de cualquier fruslería hasta la última pieza de cobre con solo una mirada. Estos dragones tienen un interés especial en los tesoros que hayan conseguido derrotando a enemigos poderosos, de modo que lo exhiben para mostrar su superioridad.

Conocen el origen y el valor de cada objeto que poseen, además de su localización exacta. Por ello, podrían darse cuenta de que les falta una única moneda, lo que provocaría una furia incontenible que los llevaría a buscar y asesinar al ladrón sin ninguna piedad. Si no encuentran al ladrón, destruirán pueblos y ciudades hasta aplacar su ira.