Los goblins son pequeños humanoides, egoístas y de negro corazón, que habitan en cavernas, minas abandonadas, mazmorras saqueadas y otros lugares lúgubres. Dado que son individualmente débiles, se reúnen en grandes grupos, de un tamaño que llega a ser apabullante. Ansían el poder y abusan constantemente de cualquier migaja de autoridad que consigan.
Los goblins pertenecen a la familia de criaturas denominadas trasgos. A sus primos más grandes, los hobgoblins y los osgos, les encanta abusar de ellos hasta someterlos, pero los goblins son vagos e indisciplinados, lo cual provoca que sean malos sirvientes, trabajadores o guardias.
Aunque los goblins tienen una mala reputación en general, no todos los goblins son tontos o malvados. Algunos han surgido para convertirse en héroes, ganando suficiente renombre para ser aceptados en el mundo civilizado de otras razas, más comúnmente buenas. Es posible que los goblins que buscan este camino tengan dificultades para superar su temperamento y su codicia, así como la influencia cultural de sus hermanos, pero aquellos que sí lo encuentran a menudo encuentran gratitud en, a largo plazo, al menos, servir al bien en lugar de para servir al mal. Otros goblins expatriados tratan de recrear las circunstancias de su cultura, aprovechando las debilidades de otros en comunidades no goblin.
Ser abusados por criaturas más grandes y fuertes ha enseñado a los goblins a explotar las pocas ventajas que tienen: números mayores e ingenio malicioso. El concepto de una lucha justa no tiene sentido en su sociedad. Favorecen las emboscadas, las probabilidades abrumadoras, los trucos sucios y cualquier otra ventaja que puedan idear. Los duendes prefieren pelear batallas donde las probabilidades están a su favor y a menudo huyen o se rinden cuando son superados.