Nasrok nació entre los enanos Savvas, una sociedad donde el valor de cada individuo se mide por su vínculo con los elementos y su dominio sobre ellos. Sin embargo, Nasrok carecía de ese don natural. Rechazado por su familia y apartado por su propio pueblo, decidió abandonar su hogar en busca de un nuevo destino.
En su camino, se topó con un grupo de individuos que decían pertenecer a una orden capaz de enseñarle a controlar los poderes elementales: la Secta del Vacío. Sediento de aceptación, Nasrok selló un pacto con El Vacío, y gracias a ello logró por fin dominar los elementos. Su talento innato y su dedicación le hicieron ascender rápidamente dentro de la jerarquía de la secta.
No obstante, con el tiempo descubrió la verdad: aquella orden no buscaba la armonía con los elementos, sino explotarlos para su propio beneficio. Comprendió que había sido instrumento de una causa corrupta y, lleno de remordimiento, decidió romper con ellos.
Libre nuevamente, Nasrok emprendió un nuevo camino. Guiado por la sabiduría que había adquirido, buscó en la naturaleza una forma más pura de alcanzar la comunión con los elementos. Cuando se sintió preparado, juró dedicar su vida a detener los oscuros designios de la Secta del Vacío, decidido a redimirse y limpiar su conciencia de los pecados de su pasado.