Antaris
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Antaris

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El Hombre sin Tiempo
Personaje Jugador

Antaris es un hábil hechicero aasimar de gran temple, agudo ingenio y excepcional perspicacia, con un origen misterioso y extraordinario. Su ciudad de nacimiento, Auril, fue la primera en caer a Averno en los albores del mundo, en la Primera Era.

Este hecho fue provocado por algunos Dioses traidores, después de que Vecna ascendiera a la divinidad, y de que convenciera a estas deidades de que ningún otro mortal debería poder conseguir lo que logró él. Ante el admirable poder que existía en esta perenne civilización, una esplendorosa magocracia surgida del seno de Erathis, estos Dioses decidieron condenarla arrastrándola a Averno.

Tras ser el único superviviente de dicho suceso, el hechicero se dedicó a viajar por todo el mundo conocido, adquiriendo numerosos y variados conocimientos que enriquecieron su mente y su espíritu de investigador.

Durante milenios conoció a infinidad de personas con sus sueños y tragedias, vio pasar la vida y la muerte de toda la gente que le rodeaba en innumerables ocasiones. Vivió el nacimiento y la caída de imperios enteros. Sintió en su interior la ardiente pasión de un nuevo amor tantas veces como su corazón se vio asfixiado por el dolor y la pérdida. Creyó encontrar un lugar en el mundo donde asentarse y al que llamar hogar, tantas veces como vio ese lugar arder y convertirse en polvo.

Antaris llegó a creer ser el héroe que iba a salvar al mundo de un gran mal, pero vivió lo suficiente como para terminar convirtiéndose en ese mismo mal que alguien debió haber detenido.

A lo largo de su vida se le ha conocido por diversos nombres:

Tras la caída y desaparición de su pueblo, Antaris sufrió una crisis de fe en el orden y en la voluntad superior de los Dioses. Viajó a Celestia exigiendo explicaciones, pero su reclamo fue ignorado. Asfixiado por el yugo del dolor y la injusticia, trató de reclamar la atención de forma cada vez más agresiva, hasta convertirse más bien en un intento de desequilibrar la férrea e intransigente mentalidad de las criaturas celestiales. Mediante artimañas, trajo el miedo y la desconfianza al inmaculado monte celestial, provocando la pérdida de fe en numerosas criaturas que, por temor, terminaron dando la espalda a sus Dioses. Aquel suceso no sería recordado como la obra de una sola persona, sino como una crisis sin precedentes que recibió el nombre de "Maliadis Calámitas".

Mucho tiempo después, Antaris había encontrado su camino como viajero y erudito. Se asentó en el Paraje Féerico y formó parte de un trío de aventureros junto a la eladrin Durhyssa y el sátiro Kifos, hasta que un día ambos desaparecieron. En varias poblaciones élficas nativas de dicho plano escuchó una leyenda, rumores acerca de que en el bosque había algo oscuro atrapado desde hace mucho, y que de vez en cuando consumía y hacía desaparecer a alguien. Pero la criatura les aterraba, además de que había supuesto un enorme esfuerzo sellarlo en el pasado, así que preferían dejarlo estar.

Como las comunidades élficas no querían ayudarle a combatir esa siniestra fuerza, tuvo que reclutar hobgoblins, goblins y otras criaturas similares cuando estas aún estaban tocadas por lo feérico. Trató de luchar contra esa oscuridad pero no lograba adentrarse lo suficiente, ya que la resistencia en forma de monstruos y seguridad mágica era muy alta en la zona.

Se empezó a difundir de boca en boca que un viajero extraplanar estaba formado un extraño ejército, y pronto las hostilidades cayeron sobre el hechicero. Un malentendido llevó a otro, hasta que todo explotó en una trifulca inesperada en la que varios elfos salieron heridos. En un último esfuerzo por demostrar cuales eran sus verdaderas intenciones, logró entrar en el santuario sellado del bosque, pero descubrió que allí no había nada. No fue difícil tirar de los hilos correctos y destapar la verdad, tras investigar quienes seguían alimentando la leyenda y quienes les pagaban. Algunas figuras poderosas de varias ciudades élficas a lo largo del Paraje Féerico y de Mipsum usaban esa historia para secuestrar criaturas inocentes y saciar sus deseos: consumir su vitalidad, comercio, esclavos sexuales, etc.

Con la total enemistad de las poblaciones élficas y un gran peso de sospecha sobre sus hombros, el viajero comenzó una campaña de caza de estas influyentes personalidades, y de cualquiera que les defendiera. La gente de a pie no conocía el oscuro secreto, pero tampoco habrían dado crédito a algo así, ya que Antaris era el enemigo público número uno. Aunque disponía de tropas de guerreros experimentados, sus fuerzas seguían palideciendo frente los batallones élficos, por lo que su estrategia se basó en movimientos de guerrilla, interrogatorios, terrorismo y asesinato.

Tras años de batalla logró detener esta red oscura, pero por el camino también dañó a gente inocente y perdió parte de su humanidad. Tiempo después, la leyenda del Espectro, o "Gwathren" en élfico, llegó a convertirse en cultura popular: Una perversa criatura que aparece y desaparece sin dejar rastro, siempre aguardando para llevarse a los niños que se portan mal.

De todos los nombres que se le llegaron a atribuir, Duvok el Tirano es sin duda el más recordado a lo largo de la historia. La que fue la etapa más oscura de su vida, en la que al parecer por los aterrados supervivientes, y por el propio pesar de Antaris al recordar, estuvo llena de crueldad y crímenes inenarrables. El origen de esta etapa en su vida se cimenta en los acontecimientos de tragedia y dolor que se iniciaron al conocer a Lurna, una mujer mediana cocinera en una posada, de largos cabellos dorados, ojos azules como el cielo de la mañana, una mujer fuerte y con carácter, pero también con la sonrisa más dulce que jamás había visto. 

Ambos se enamoraron de inmediato. El viajero lo dejó todo y se asentó en el pueblo natal de Lurna en Mipsum, en una humilde casita junto a su amada. Solía dedicarse a ayudar con su magia y conocimientos a resolver los menesteres del poblado, pero con frecuencia también marchaba a tierras colindantes por problemas mayores. Un día en el que el viajero no estaba, una pequeña banda de jóvenes maleantes novatos asaltó la localidad. Varios inocentes murieron en el conflicto, Lurna entre ellos.

Cuando el viajero volvió al pueblo y presenció lo sucedido perdió la razón. Buscó a la banda en cuestión y se aseguró de masacrar a cada uno de ellos, solo después de someterlos a un insufrible tormento, y de reducir a cenizas ante sus ojos todo lo que amaban en este mundo. Tras esto, volvió a partir sin rumbo y lleno de rencor, con ira hacia los dioses, con menosprecio hacia toda criatura pensante capaz de albergar maldad y sin comprender el sentido de la existencia.

"Si algo así puede suceder por puro azar, si un mal arbitrario puede acabar con tanto bien de forma repentina, no es posible que exista un orden ni un sentido de las cosas" 

El errante pasó nuevamente varios milenios sumido en su odio, cometiendo atrocidades en pos de saciar sus ansias de conocimiento, de retorcer los límites de la existencia y de comprender el sentido del mundo. Comandó legiones de viles lacayos, viajó por los mundos y dejó leyendas e historias de terror por todo el multiverso. Tras 2000 años, agotado y consumido por su propia mano, se dirigió al Monte Celestia para interceptar la tercera marcha modron que iba a presenciar en su vida y encontrar a Omnicron-617, al que llamaban Oráculo por su sapiencia y supuesta visión más allá de los límites del espacio y del tiempo. Esperaba alcanzar la omnisciencia a través de él, su meta estaba al alcance de la mano finalmente.

Alcanzó una enorme carroza mecánica vigilada por guardias modron, quienes se apartaron inmediatamente de la entrada al ver llegar a Duvok, como si supieran de su visita. El tirano se adentró en esta oscura sala errante para encontrar a un único modron enorme de tonos plateados y dorados en el fondo de la misma. Sus piernas flexionadas le permitían descansar su imponente figura como si se sentara en el aire. Su torso cilíndrico formado por varias partes, como anillos que oscilaban lentamente, reposaba inclinado hacia delante. Sus cinco delgados brazos se mantenían relajados e inmóviles, dando la sensación de que nunca los había tenido que utilizar. Y su cabeza, una inmensa esfera plateada, observaba todos los rincones de la existencia al mismo tiempo.

Omnicron preguntó a Duvok para qué quería gozar de tan elevada visión del mundo. Duvok quiso someterlo pero el Inevitable golpeó su espíritu con sabias palabras sobre Lurna y sobre su necesidad de control. Le habló sobre la naturaleza de su existencia, cuyo flujo se estructuraba esencialmente en bucles de perdida, dolor, ira y olvido. Tras una conversación atemporal, el modron logró que cayeran los últimos pedazos de Duvok, y que surgiera alguien nuevo, un nuevo viajero.

Edmund Carsius, llamado así por Edmund Flintwood y Fjord Carsius (escritores de novelas que apasionaban al viajero y que fueron olvidados por la historia), retornó a su viaje sin fin, ahora con una nueva visión del mundo, pero sin motivo para estar en él. El Oráculo le instó a restaurar el orden allí donde se había perdido, pero, ¿eso aliviaría el vacío de su interior? ¿Devolvería la esperanza en un hombre sin sensibilidad y desconectado por completo del mundo que habitaba?

Mientras exploraba Averno conoció a Lulu, una pequeña almofante que había perdido sus recuerdos al entrar en contacto supuestamente con las aguas del río Estigio. Con su ayuda, Lulu logró salir de este plano para acabar poco después en Aguas Profundas.

En el final de su vida, Antaris volvió a reunirse con Lulu, y conoció a tres peculiares compañeros de viaje más: Iroh Galvyn, Aikukart Kuchei y Ravn Puertas. Durante semanas recorrieron Averno juntos tratando de revertir el aciago destino que pesaba sobre Elturel, impulsado por la celestial caída Zariel. Salvaron incontables vidas, acabaron con poderosos enemigos y realizaron proezas imposibles para meros mortales. Pero lo que marcaría la diferencia en la vida del errante no sería ninguna de estas hazañas, sino el vínculo que crearía con todos ellos, y en especial con Ravn. Un renacido que apenas había vivido, sin ningún control de su alma ni su destino, logró conectar con un hombre que había vivido demasiado, y cuya libertad sin propósito le atormentaba.

Una vez se encontraron frente la Espada de Zariel y la pesada carga que traía consigo, lo vio claro. Tomó la espada antes que ninguno de sus nuevos hermanos, pues quería preservar sus vidas a cualquier precio, y Antaris desapareció.

Tras una cegadora explosión de luz había nacido un nuevo ángel. Erathaol portaba la espada.

Title
El Hombre sin Tiempo

Type
Personaje Jugador

Race
Aasimar Primordial

Gender
Varón

Pronouns
Él