Ulvyiv, antes conocido como Ravn en su vida mortal, fue un niño nacido en Puerta de Balduran de la relación entre un marinero y una fulana del lugar. Tras el parto, la madre le abandonó a su suerte en un callejón de los puertos, rodeado de humedad, suciedad y ratas, aunque para su suerte, una tabernera de la zona se apiadó de la criatura cuando le encontró mientras paraba a echar una meada.
Ravn creció en una taberna de mala muerte, rodeado de marineros mal hablados, señoritas de compañía que ejercían su oficio como servicio extra del local y viajeros que no tenían para pagar un sitio mejor. La mujer que le acogió y crio a cambio de trabajar gratis en la taberna fue Stork, una semienana amable, cariñosa, sin modales y mal hablada que cuidó a Ravn cómo su propio hijo, no faltó cariño por su parte.
Por supuesto Ravn aprendió los malos modales de Stork y la fauna que le rodeaba en su entorno, nunca fue especialmente mal hablado, pero cómo su pasado no era secreto ni para el ni para nadie, no confiaba mucho en nadie que no fuera su madre adoptiva. La mayoría de las veces solitario, tímido incluso para hablar ante mucha gente o con gente que no conocía, Ravn creció haciendo las cosas a su manera, solo en la mayoría del tiempo, Stork estaba demasiado ocupada en la taberna.
Un día casi a sus 10 años, Ravn aceptó un pequeño trabajo de robo que ofrecía un viajero, este necesitaba un abrecartas especial de una tienda especial en el puerto, escabulléndose por una puerta trasera y sin hacer mucho ruido, consiguió el objeto, pero el hijo de los dueños de la tienda le encontró mientras intentaba huir porque, fíjate que coincidencia, el excusado de la tienda daba al mismo callejón que la puerta de atrás de la misma. El niño y Ravn pelearon, la primera pelea de ambos probablemente, pelea que Ravn perdió y por lo que no pudo cumplir el encargo. Días más tarde, volvería a encontrar al niño que le dio una paliza siendo apaleado por un marinero, Ravn no pensó en ayudarlo ni por un momento, de hecho, le estaba bien empleado por meterse en su camino. O al menos así parecía, pero cuando uno de los golpes del marinero dejó sin aire al chaval, Ravn se movió sin pensarlo y saltó al cuello del marineo, mordiendo y golpeando cómo podía arrancó un trozo de oreja de este, que respondió con una paliza al causante de su dolor.
Este accidente los convirtió en amigos de por vida, el niño, hijo de un par de vendedores de segunda mano de objetos “mágicos”, se llamaba Kardinal, crecieron juntos haciendo distintos trabajos que solía aceptar Ravn porque estaban bien pagados, la mayoría eran robos, atracos, a veces cobros de deudas. Al final en el pequeño barrio del puerto se les conocía cómo malhechores de poca monta, matones sin mucho futuro.
A sus 20 años, Ravn protegía la taberna de Stork y la tienda de los padres de Kardinal, ambos habían aprendido a defenderse con el tiempo y a usar distintas armas, Kardinal siempre más sigiloso, había preferido la espada larga que reposaba muchas veces en la vitrina de la tienda de sus padres, Ravn en cambio, utilizaba un par de puños de bronce que le había quitado a un tipo en un trabajo, junto a una espada mellada que consiguió de la misma manera. Ninguno de sus padres estaba de acuerdo con el rumbo que estos dos habían tomado, pero era mejor que morir de hambre.
Un día debían colarse en un polvorín del Puño Ardiente para robar equipo confiscado a unos viajeros que habían sido atrapados robando una tienda de la zona de la Alta Ciudad, el compañero que había conseguido huir no podía salvarlos pero quería sus cosas de vuelta, era un trabajo arriesgado y sabían que ellos dos no serían suficiente, así que decidió tirar de un par de hilos para contratar a un mago adecuado, fue entonces cuando conocieron a Mirlo, una joven elfa que llevaba unos meses haciendo unos pocos trabajos mágicos en la ciudad para ganarse el pan.
Tras llevar a cabo el trabajo, de una manera bastante exitosa gracias a la capacidad mágica de Mirlo y las habilidades que ya poseían Ravn y Kardinal, Ravn invitó a Mirlo a unirse al grupo de 2 que ya eran, ella rechazó el acuerdo, solo eran “dos matones de tres al cuarto”.
Aun que, con el tiempo, empezaron a trabajar juntos más de seguido porque Ravn siempre quería contratar a Mirlo para los trabajos, Kardinal no era tonto y sabía lo que pasaba, así que escondía sus sentimientos hacia ella y dejaba que su amigo, que siempre parecía tener una mala suerte tremenda, se llevase la atención de Mirlo.
Y es que, eran conocidos por tener siempre mala suerte, siempre los pillaban, aun que llevaran a cabo el contrato, siempre herían a Ravn, siempre que parecía salir bien había un guardia meando en un callejón por el que pasaban. De esa manera con el tiempo comenzaron a llamar a los tres “Las Aves Frustradas”, porque sus trabajos, aunque hechos con precisión y saber hacer, siempre solían salir relativamente mal. Con la asociación al par callejero y la fama que les traía para los contratos, Mirlo terminó por unirse a ellos, desarrollaron los tres una buena amistad y consiguieron hacerse un nombre en la capital, se sabía que Las Aves Frustradas guardaban una zona del puerto y nadie hacía negocios sin su permiso dentro.
El problema es que el Puño Ardiente también empezó a conocerlos, por lo que empezaron a intentar darles caza. Durante 7 años llevaron a cabo muchos trabajos, con el tiempo, Ravn cambió, mataba a veces dejándose llevar por la ira, otras veces robaba cosas que no necesitaba, Kardinal y Mirlo sentían cómo su pecho se retorcía por su amigo, el no era así, pero esta vida le estaba cambiando, lo estaba convirtiendo en un asesino, un monstruo.
Durante uno de sus trabajos, Ravn mató al hijo de un cabecilla de una banda, y con el tiempo esta misma banda, consiguió dar con el paradero de Las Aves Frustradas, la taberna de Stork, la destrozaron y robaron, golpearon tanto a Ravn cómo a los demás, pero les permitirían vivir si hacían un trabajo para ellos. Aceptaron sin mucha alternativa, el trabajo era el más peligroso hasta la fecha, tenían que matar a un Patricio, un tal Mortlock Vanthampur, el hijo mas joven de una Duquesa.
Cuando tenían la información preparada para llevar a cabo el encargo, Ravn escapó de noche sin despertar a sus amigos, el los había metido en esto, sabía que estos últimos años se había convertido en algo terrible, no había marcha atrás, el dinero y el poder le habían corrompido, pero no dejaría que su familia muriese por sus fallos. Por lo que, solo y algo herido aún por la visita de la banda, Ravn comenzó la infiltración a la casa del Patricio por las rutas que les habían dado, pero era extraño, la casa estaba vacía, no podía ser, ¿era buena suerte por una vez en su vida? Tal vez el Patricio dormía plácidamente, tal vez incluso pudiese robar algo de paso.
Investigó tranquilo los pisos inferiores, encontró una trampilla con un … ¿tunel? Descendió y transitó unos caminos de alcantarilla, parece que los Vanthampur escondían pasadizos, algo extraño si le preguntabas a Ravn. Rebuscando entre salas, Ravn encontró una oculta, donde parecía haber un extraño orbe mágico y unas notas que le hacían referencia. Pero… las notas… pretendían arrastras la ciudad entera a Averno, aquel sitio que Mirlo a veces había nombrado cuando le veía matar, amenazando con que su alma acabaría allí, era terrible, un sudor frío y un relámpago de miedo recorrió la columna de Ravn, esto no podía ser, si dejaba que pasara, todos en la ciudad iban a morir, su familia… Era el momento de arreglar las cosas, de compensar sus errores.
Pensando rápido y asustado, decidió usar fuego, el fuego debería matar al Patricio y al maldito orbe ¿no? No era tiempo de pensar, no era lo suyo, solía hacerlo Mirlo o Kardinal, lo de planear, el solo ejecutaba… Así que con un candelabro y unas velas que iluminaban el lugar, prendió fuego a la casa desde sus cimientos y escapó por una de las rutas que la banda le había aconsejado. Pero el Puño Ardiente esperaba su salida, ahora lo veía claro, la casa vacía, la información, todo era demasiado fácil, era una trampa, nadie iba a sobrevivir esa noche. Ravn consiguió despistarlos gracias a la sorpresa de las llamas, no pensaron que nadie estaría tan loco para quemar la mansión de un Patricio, así que el Puño Ardiente priorizó apagar las llamas antes de perseguirlo.
Ravn huyó, sabía que irían tras él, no tras su familia, ya que solo él había estado implicado. Corrió y corrió, salió de la ciudad y siguió corriendo sin parar, parecía que lo había logrado… el contrato de la banda, la intermediaria de la información, la que quería al Patricio muerto… una tal Señora T, quien demonios sería, ¿esto era cosa suya? ¿Quería a la otra banda muerta? Qué mala suerte, le había tocado cargar con todo por casualidad…Entonces un destello cegó a Ravn un segundo, una especie de ángel infernal había aparecido delante de él, no podía moverse de la sorpresa.
Este ángel entonces dijo: "No deberías haber roto tu promesa, la Señora Thalamra Vanthampur envía sus recuerdos".
Y con un movimiento rápido, lo siguiente en su memoria era la espada de este ángel atravesando su corazón y un calor abrasador en su rostro y cuerpo, y luego, la más oscura nada.
