Nacido en el clan Muerdasgo, Gusanorrancio era un goblin que pasó la mayoría de su vida solitario, ya que carecía de una conexión con sus muchos "hermanos" y su única persona de confianza era un más mayor hobgoblin que actuaba como su guardián, "Na" (Narizpartida).
Sus caminos se separaron cuando la chamana y jefa del clan, que buscaba poder en el ocultismo, convenció a la mayoría del clan a aceptar la maldición de la licantropía para conseguir un mayor poder y dominio en su territorio.
Gus, asqueado por la idea quiso huir con Na lejos de allí y abandonar el clan. Pero en medio de la noche, antes de su planeada huida, Na fue el escogido para, forzosamente, someterse a la maldición. Cuando Gus la mañana siguiente aprendió lo que había ocurrido, la bestia que antes era mi persona querida le dio caza como traidor mientras Gus huía destrozado.
Tuvo que aprender a huir y esconderse, a refugiarse en la sociedad. De ella quedó hechizado por su organización y legalidad. Quiso formar parte de la guardia pero era marginado y no se le permitió ni intentarlo. Así que decidió tomar su propio camino, lleno de resentimiento, buscando trabajos de mala índole.
Uno de sus primeros trabajos de aventurero típico le llevó ante unas catacumbas abandonadas, recientemente habitadas por sectarios. En una una misión suicida, Gus acabó con el líder de los sectarios, pero no sin que antes este acabara de convocar a un poderoso diablo.
Este sin embargo mostró clemencia e interés por el joven goblin y le hizo un trato. Perdonarle la vida a cambio de unirse a sus filas y luchar contra el caos y la injusticia en el multiverso. Gus, arrogante y engreído, exigió un premio en vida si iba a prometer su alma eterna. Al diablo le gustó su valor, aceptó darle fama y renombre a cambio y volvió a los infiernos.
Cuando volvió a la civilización, su nombre ganó fama rápidamente siendo conocido por haber acabado con un mal procedente del abismo, una farsa y un engaño, pero que le dio lo que él quería. Esa fama le hizo conocido como investigador, cazador de monstruos y asesino a sueldo. Parte gracias al poder de su archidiablo, parte gracias a su propia maestría.
Con el tiempo, Gus empezó a fingir haber olvidado su antigua familia y clan a pesar de que para él siempre ha sido una astilla que no para de posponer. Sabía que algún día su crueldad, sus mentiras o su traición saldrán a la luz. Pero hasta entonces siguió siendo el instrumento que luchaba contra los injustos, los mezquinos, los anarquistas y los tramposos, sean monstruos, demonios, o personas.
Su final llegó no mucho después. Habiéndose enfrentado a sus pecados y mentiras junto a otros aventureros, Gus se vio ridiculizado y derrotado por su forma actual. Esperando encontrar mayor poder y un propósito libre de falsedades, tomó su propia vida para reunirse con su patrón, Belcebú.